PROVINCIA
Actualizado 04/01/2024 13:26:10
Itziar Ortega

Esta mañana ha sido presentado el libro ‘La defensa telegráfica de la Frontera Califal del Duero’, de Isaac Moreno. La investigación ha empleado técnicas de última tecnología geográfica que han permitido descubrir antiguas atalayas de comunicación musulmanas.

Una señal de humo en lo alto de un cerro cercano a Osma encendía un mecanismo perfecto de comunicación que alertaba, en menos de 45 minutos, a la base militar musulmana en Medinaceli, acabando con el factor sorpresa con el que contaba el ejército cristiano y frustrando todo su plan de ataque. Hace más de 1.000 años, en un intento de mantener el Califato, el territorio musulmán se había fortificado y debía defender, costase lo que costase, la plaza de Medinaceli, reconstruida precisamente para ubicar el centro neurálgico del ejército musulmán.

De atalaya en atalaya, la señal se iba encendiendo para avisar de la presencia de enemigos en el camino califal que conectaba directamente este centro militar con la zona más cercana a la frontera y Gormaz, otro de los epicentros y fortalezas fundamentales. Si la comunicación entre Toledo y Zaragoza, que protegía Medinaceli, se cortaba, los cristianos podrían desbaratar el califato. Este afán de protección aportó a Soria una densidad en cuanto a atalayas incomparable a la del resto del país.

¿Cuántas atalayas formaban este sistema? ¿Dónde estaban situadas? ¿Cuántas están ocultas entre la maleza? En todas esas incógnitas se ha centrado la investigación de Isaac Moreno, autor de ‘La defensa telegráfica de la Frontera Califal del Duero', presentado esta misma mañana en la Diputación de Soria, que se ha encargado de la publicación del libro.

Tecnología y trabajo de campo

La investigación, según ha afirmado su autor, no podría haber salido adelante sin las últimas tecnologías. En concreto, una técnica de mapeo láser por satélite le ha permitido localizar atalayas arruinadas y tapadas por la vegetación que se presentaban en esta reconstrucción como un simple punto en un mapa. El intensivo trabajo de campo hizo el resto, permitiéndole verificar 70 puestos de vigilancia. A lo largo del proceso, se han relacionado los trazados de las vías romanas, investigados por Moreno en un trabajo previo, con la posición de estas construcciones.

Así, se confirmó que todos estos puntos eran perfectamente visibles en rangos de hasta 13,5 km. Por ejemplo, tan solo dos atalayas podían cubrir el camino entre Berlanga y Osma. La intervisibilidad fue ensayada en este estudio tomando la marca de los 10 km, pero se demostró que dada la alta densidad de estos puntos de vigilancia, no era ni siquiera necesario que todos se encendieran para transmitir el mensaje con la misma rapidez. “Las vías romanas se ven casi todas y el camino califal, entero”, ha asegurado Isaac Moreno.

Las atalayas, en contra de lo que se podría pensar, eran simples "faros para ser vistos” y marcar los distintos puntos de vigilancia con el objetivo de que otro vigía pudiera identificar lo que era una señal y lo que no. El pequeño fuego que generara la señal de humo debía realizarse fuera de la construcción, que contaba con suelos de madera. El investigador ha explicado, también, que los cristianos se percataron de estos avisos, tal y como recogieron en algunas de sus crónicas, y se centraron en atacar estos puntos para desbaratar el sistema de vigilancia. La comunicación telegráfica y el refuerzo de su fortificación permitieron a los árabes mantener esta frontera durante un siglo, en un importante hito estratégico y militar.

Presente y futuro

Enrique Rubio, diputado de Cultura, ha destacado el poder del libro para “hacer interpretable todo lo que tenemos en la provincia”. Sobre Moreno, el responsable del área de cultura ha reseñado que es “un comunicador nato que hace que nos enamoremos un poquito más de todas estas líneas de comunicación que en el s. X teníamos en la provincia y ahora mismo han caído en el olvido”. Además, ha lamentado que, paradójicamente, todas estas líneas no se hayan actualizado y ha recordado la necesidad de que se invierta en este tipo de infraestructuras.

Por su parte, el autor del libro ha querido incidir en el valor que puede tener esta investigación sumada a técnicas virtuales o de realidad aumentada, de cara a fomentar el turismo en la provincia. “Que el móvil te pueda enseñar dónde están las atalayas y de repente esas zonas vacías de Soria se llenan de gente que va a ver estas comunicaciones”, ha señalado. Además, cree que puede ayudar a generar un mayor interés por el patrimonio y el pasado de la provincia, favoreciendo la rehabilitación y puesta en valor de estos espacios. El libro ya está a la venta en librerías de Soria y los Museos de la Diputación.

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