Su hermano, amigos y numerosos vecinos de Soria han querido estar presentes en este acto realizado al escritor, traductor y editor que falleció el pasado 11 de septiembre de 2022.
La Sala Gerardo Diego del Casino Amistad Numancia estaba repleta de gente que querían homenajear al escritor Javier Marías. Han pasado apenas cinco meses desde fu muerte y el hueco que dejó se ha dejado notar.
Entre los presentes se encontraba uno de sus hermanos mayores, Miguel Marías, quien con nostalgia ha compartido anécdotas del editor. “Recuerdo su primera novela, la escribió cuando era adolescente. No tenía mucha calidad, pero estaba bien escrita. Yo tenía un vínculo muy cercano con mi hermano y le animé a seguir escribiendo”.
Tampoco ha fallado en la cita su amiga Pilar Reyes, editora de Penguin Random House, quien tuvo el placer de trabajar con Javier durante los últimos años de vida del periodista. “Para mí es muy especial estar hoy aquí rindiéndole tributo en esta ciudad que fue tan especial para él”.
Javier María conocía bien Soria. Pasaba, como dice su hermano “un cuarto del año” en la ciudad. Vino durante todos los veranos de su infancia, “veníamos en el periodo entre fiestas. Llegábamos justo cuando acababan los San Juanes y nos íbamos antes de las fiestas de San Saturio”, ha recalcado Miguel. Y de esta ciudad adquirió lo mejor del ambiente literario que recorre las calles sorainas.
Todo aquel que lo conoció le describe como un escritor con total libertad a la hora de posar sus letras sobre el papel. Tenía un estilo propio y eso le caracterizó, tanto fue así que, otro de sus colegas, Juan Cruz, considera que lo único que le faltó por conseguir en la vida fue un premio Nobel. Destacó tanto por sus novelas como por sus columnas semanales, en donde “escribía sin pensar a quién atacaba o si había un poder que se sintiera increpado”, afirma Reyes.
Esta cualidad era una de las que más le gustaban a su hermano Miguel, quien entre las diversas anécdotas ha querido compartir la cita semanal a comprar el periódico que tiene todas las semanas. “Lo primero que hacía era leer su texto. Para mí, como hermano, era un orgullo que redactase esta columna. Ahora sigo comprando el periódico, pero ya no es lo mismo, me falta algo que ya solo me queda de los ejemplares antiguos”.