Artículo de opinión de Alejandro Ramos, profesor universitario y secretario de NNGG Soria
Es muy difícil poner palabras para calificar la política social envuelta de buenismo y bondad aparente que destila este gobierno. Pero lo cierto es que es todo un desastre y un despropósito. A las puertas de la celebración del 8M, que debería ser un día para reivindicar la justa lucha en defensa de la igualdad de derechos de las mujeres, nos encontramos con una sociedad cada vez más fragmentada.
Lo cierto es que este gobierno de coalición, que dice llevar por bandera el socialismo, ha logrado que, por segundo año consecutivo, el propio movimiento feminista, convoque por separado, dos manifestaciones, para ejemplificar la clara división social que están provocando sus políticas.
Más de 500 rebajas de penas y 40 excarcelaciones de agresores sexuales y violadores se han convertido en el principal elemento de alarma social. Consecuencia directa de la aprobación de una chapuza jurídica que pone de manifiesto que nos encontramos ante el gobierno menos feminista de los últimos tiempos.
A esto hay que añadir la reciente aprobación de la “Ley Trans” en el Congreso, nutrida fuertemente de las tesis ideológicas de los morados y que está provocando nuevamente el rechazo de expertos, feministas y profesionales sanitarios. Bajo esta nueva ley, es posible acudir al Registro Civil para cambiar de sexo, cuantas veces se quiera, a partir de los 16 años, sin necesidad de solicitar un dictamen médico o psicológico aprobatorio. Simplemente bastará con rellenar un simple formulario administrativo, a modo de declaración de voluntades.
Avanzar en la conquista de derechos sociales tiene que ser el movimiento que guíe la buena dirección de un país moderno y desarrollado. Esta tarea debería hacerse siempre con el máximo respeto y en favor de las personas. Solo así evitaremos caer en grandísimos errores irreparables de los que nos podamos arrepentir toda la vida.