El acto lleva realizándose durante décadas después de la misa y la procesión de Pascua.
Si hablamos de tradiciones, en la provincia hay un sin fin de ellas. En Villálvaro todavía persiste una, que según los vecinos se ha hecho durante “toda la vida”. Sin cambios, ni modificaciones, igual que se conocía hace década, e igual que se seguirá manteniendo muchos años más. O así lo demuestran las nuevas generaciones del pueblo, quiénes se involucran en este acto que forma parte de sus raíces.
Consiste en lo siguiente. El Sábado Santo, se va de casa en casa vendiendo papeletas referenciadas con una numeración. Y, es en Pascua de Resurrección cuando al terminar la misa y tras realizar la procesión que recorre las calles de la localidad, los vecinos se reúnen para realizar el correspondiente sorteo de las roscas. Se hacen dos, uno para conocer quién es el afortunado que se llevará la bendecida por la Virgen y otro por el Niño Jesús. Pero, además, hay una tercera, que se regala al cura del pueblo para que celebre con un toque dulce el Domingo.