Abril se despide como un mes muy seco. El prematuro deshielo en las cumbres en febrero y las temperaturas propias de un verano aportan presagios poco esperanzadores.
La memoria meteorológica es muy frágil y, a pesar de que en algunos lugares de la Comunidad este mes se han batido récord de temperaturas, en abril de 2011 también fue un mes cálido y ocurrió a principio de mes, con varios días con temperaturas máximas superiores a 25 grados en Soria, una de las provincias nevera de España.
La escasez de precipitaciones, el prematuro deshielo en las cumbres en febrero y las temperaturas propias de un verano hacen presagiar que Castilla y León está a punto de entrar, al igual que otras comunidades ya afectadas por la falta de agua, en un año difícil por la falta de precipitaciones.
La vegetación sufre, aparecen nuevas enfermedades que afectan a los árboles de los bosques, las cosechas se merman y probablemente, de continuar con esta tendencia de días tórridos y ausencia de precipitaciones, algunas zonas de Castilla y León sufrirán en verano restricciones de agua.
Será en ese momento, según Greenpeace, cuando la sociedad tome conciencia de que el líquido elemento es fundamental para la vida y que debemos adoptar medidas y trabajar por paliar los efectos del cambio climático. Solo cuando llega la sequía socio económica la población, según el colectivo ‘verde’, toma conciencia de la necesidad de que exista una política hídrica y medio ambiental acorde a los tiempos.
El delegado de la Aemet en Castilla y León, Manuel Antonio Mora, explica a la agencia Ical que teniendo en cuenta la temperatura media del mes de abril tendrá carácter de muy cálido en la mayoría de las zonas. En el observatorio de Soria, a fecha de día 26, la temperatura media fue de 11,8 ºC, 2,7 grados por encima de lo normal (periodo de referencia 1991-2020) y en Valladolid 13,4 grados centígrados, 2,3 por encima de lo normal.
En 2011 (para el mismo periodo la temperatura media en Valladolid fue superior, con 14,8 ºC, igualmente en Soria (12,9 ºC). “No se alcanzaron valores tan altos, pero es destacable que este episodio ocurrió a principios de mes”, señala.
El presente episodio de calor propio del verano en primavera, ya ha registrado algunos récords como los 29,3 ºC de Ávila registrados el jueves, superando ampliamente el anterior récord para el mes de abril (26,6 ºC el 8 de abril de 2011) y Valladolid con 30,1 ºC (anterior récord 29,6 ºC el 29 de abril de 005).
“El episodio es anómalo por las temperaturas máximas registradas, superándose algunos récords, resultando un mes de abril muy cálido, aunque como mes en conjunto es posible que no supere récords”, señala el experto en climatología, al frente de la Agencia desde hace más de 30 años.
Respecto a las precipitaciones han sido “muy escasas” y de momento el balance es de un “mes muy seco”, y a esto hay que añadir, según Manuel Mora, que los meses de febrero y marzo también fueron muy secos, de forma que el balance en el año agrícola (a partir de 1 de septiembre de 2022), y pese a que los meses de diciembre y enero fueron muy húmedo y húmedo, respectivamente, resulta negativo en algunas zonas.
Así en el observatorio de Burgos el déficit respecto a lo normal en el año agrícola alcanza el 26 por ciento y en el de Soria el seis por ciento, aunque en el resto de observatorios el balance es normal o presentan ligero superávit. “Tomando como referencia los últimos doce meses, el déficit de precipitaciones respecto a lo normal es significativo en el este de la Comunidad, en las provincias de Burgos y Soria”, indica´.
El presidente de Asaja Castilla y León, Donaciano Dujo, tilda de “cabrón” al mes de abril, y recuerda que para el sector el año 2017 fue “catastrófico”, el 2019 y 2022 “malo” y este puede ser “malo o muy malo”. En lo que vamos de año en Castilla y León han caído entre 70 y 75 litros de agua por metro cuadrado, que es la “llave” para contar con una buena campaña, han caído entre 3,4 y 5 litros por metro cuadrado. “Con esta pluviometría y las heladas de mediados del mes de abril parece mentira que el campo aguante”, relata con tono de “cabreo”.
Al respecto, considera que si un año debía ser “bueno” para el sector agrícola y ganadero debería ser este, porque el 2022 fue malo y la sementera esta campaña ha sido la más cara de la historia. “Ha pasado de costar sembrar 500 euros la hectárea a más de 1000. Con este contexto la economía agraria y ganadera está en precario. Además se suma la subida de los intereses, por lo que peligra la viabilidad de las explotaciones”, apunta.
Dujo reconoce que, de momento, el campo aunque se resiente está “mal” en Castilla y León, frente a la “catástrofe” que viven otras zonas de España. Sin embargo, vaticina que el campo de la Comunidad podría sufrir las consecuencias de tornar hacia un clima árido e igualarse a otras zonas en las que la campaña está pérdida, si continúa sin llover y con temperaturas anormalmente altas.
“Por sectores, el ganadero tiene las máximas dificultades porque no tienen pasto y el pienso caro. No va a haber forraje y lo que haya tendrá un precio elevadísimo. Tampoco va a haber paja y los ganaderos van a tener que aprovechar al máximo lo de años anteriores e incluso en algunos sitios va a haber problemas de agua”, augura.
Al respecto del secano, Dujo asegura que el año agrícola va a ser “catastrófico” en el sur y en el conjunto de la Comunidad no va haber “forraje, guisantes ni alfalfa”. En el secano, los cultivos no han espigado lo suficiente, según apostilla.
“Respecto a los regadíos tenemos, de momento, garantizada el agua excepto en el Pisuerga y bajo Duero que tiene una dotación de la mitad de lo que era normal. No obstante, sabemos que en los años muy secos en el regadío se gasta mucha agua”, argumenta.
Ante esta situación, Dujo un planteamiento global de la Unión Europea, el Estado español y las comunidades autónomas para salvar el sector agrícola porque la crisis que viene sino hay verdaderamente ayudas de “importancia, financiación a largo plazo y reducción de carga, el sector ganadero y agrícola lo pasará mal”.
A pesar de que la Comunidad está en términos agrícolas mejor que el sur y el este de España, asegura que la sequía agrícola ya se da y debería de acontecer un “milagro” para que lo que está seco se ponga verde.
“Estamos en abril y parece verano, quedan muchos meses y si las cosas siguen así va a haber problemas de abastecimiento en muchos pueblos y problemas para la industria, agricultura y ganadera y queremos que se preparen las herramientas para tener mecanismos económicos y de infraestructuras para paliar las consecuencias”.
El profesor e investigador sobre Ecología de la Universidad de Valladolid, José Miguel Olano, recalca que las cosechas “van más adelantadas”, y asegura que, si bien es cierto, que hay “años más secos y otros más húmedos”, el problema es que los primeros se dan con más frecuencia en este siglo XXI.
Las especies no pueden aguantar estas sequías “tan prolongadas e intensas”, y por ello, avanza que va a haber muchos problemas en la vegetación de Castilla y León, sobre todo, en bosques de hayas y robles del sur de la Comunidad. “E incluso para el pino silvestre la falta de agua va a ser un problema, ya que se van a dar otras enfermedades en la vegetación por las sequías recurrentes”, apostilla.
Julio Varea es el responsable campaña de aguas de Greenpeace y afirma que el agua embalsada de la cuenca del Duero-está en un 69 por ciento de su capacidad- está “comprometida” y Castilla y León es candidata a entrar en sequía hidrológica.
“Tenemos una sequía meteorológica llueve menos de lo que debería llover e hidrológicamente cada vez hay menos agua y más consumo. Así las cosas, las sequías son más intensas e impactantes sobre la sociedad, porque llegará un momento que ninguna actividad económica se puede desarrollar”, lamenta.
Julio Varea asegura que la sociedad no le presta atención suficiente a la sequía, un fenómeno que hay que combatirlo cuando se dispone de agua y no cuando se decreta la alerta, y lamenta que sean los agricultores y ganaderos tradicionales los que “peor” lo vayan a pasar.
A pesar de que evita ser catastrofista recuerda que “muchos fondos de inversión” adquieren grandes cantidades de terreno para realizar una agricultura o ganadería intensiva que consume mucha agua, lo que pone en peligro a los “pequeños”.
El hecho de que este tipo de actividad junto con la industrial consuman el 80 por ciento de los recursos hídricos y la sequía cada vez más recurrente hacen peligrar el “futuro de las personas que nos dan de comer”.
Asimismo, cree que el cambio climático que ha llegado para quedarse provocará que Castilla y León pase a tener un clima continental a árido y, en pocos años, en Soria o Burgos se podrán cultivar aguacates.
Manuel Mora señala que todo el mundo tiene la intención de atribuir estas olas de calor intensas al cambio climático, sin embargo, matiza que el clima se caracteriza por una variabilidad natural intrínseca. Es decir, cada año, cada mes, tiene un carácter, independiente del año o mes anterior.
Sin embargo, tomando periodos de tiempo largos (generalmente 30 años), se observan tendencias, según este doctor en Física. En el caso de las temperaturas es obvio que existe una tendencia a registrarse valores medios más elevados. También se ha observado una tendencia al alza del número de episodios y de días cálidos, y a un alargamiento del verano ( se adelanta unos siete días y se retrasa dos por década en nuestra zona), esas tendencias son atribuibles al cambio climático.