Los amigos de lo ajeno se centran ahora en los cepillos de limosna de los templos.
Soria puede respirar un poco más tranquila, pues parece que ha remitido la oleada de expolios que tenía atemorizados a los núcleos más pequeños de la provincia. Si en 2021 fueron siete los delitos de expolio en el patrimonio histórico artístico los registrados, durante el pasado 2022 no hay ninguno importante a reseñar.
Así lo ha confirmado José Sala, delegado de Patrimonio de la Diócesis de Osma Soria. No obstante, también ha destacado que los actos vandálicos se mantienen, afectando a inmuebles de gran valor monumental y cultural.
Sala ha confirmado que, durante los doce meses de 2022, se pintaron los muros de diversos inmuebles. Uno de ellos es el Santa María la Mayor, en la capital soriana, y los vándalos eligieron la parte del ábside. Los hechos se denunciaron ante el Cuerpo Nacional de Policía y el Aynuntamiento de Soria se encargó de la limpieza.
Otro de los templos sorianos afectados por las pinturas fue una ermita de la localidad pinariega de Vinuesa.
El patrimonio soriano no ha sido expoliado, pero los amigos de los ajeno no han abandonado la provincia. Ultimamente se están ensañando con los cepillos de limosna. En 2022 reventaron los dos que se localizan a la entrada de la iglesia parroquial de San Esteban de Gormaz y, este 2023, se los llevaron en Barahona.