La pedanía sanestebeña celebra la festividad del patrón de los labradores con la esperanza puesta en la llegada de las esperadas lluvias.
Quintanilla de Tres Barrios honraba este lunes, en su festividad a San Isidro Labrador. Una fecha tradicional con una doble manifestación entre la rogativa, recordando los encuentros de antaño, y la bendición de los campos. Se sigue profesando el fervor de los agricultores en esta población cuyas gentes manifiestan su devoción al santo al que la localidad ribereña ha estado vinculada a lo largo de los siglos.
El día comenzó con una ceremonia invocando la figura del santo protector para dar paso a la procesión de la bendición de campos, comitiva acompañada a la imagen de santo y encabezada por el pendón, el estandarte y la cruz, desplazándose hasta el cercano paraje de La Cruz de la Veleta. Aquí se procedió a bendecir los cuatro puntos cardinales para pedir con fe y devoción protección para las cosechas y especialmente lluvia para saciar su sed. En tiempos pasados, el trayecto era un rosario de canciones, con el arado como símbolo del apero tradicional, y coplillas alusivas a las necesidades de protección.
Hisopo e incienso en mano, el párroco fue loando al santo pidiendo su ayuda para preservar las cosechas. Antiguamente se colocaba en la cruz de madera otras cuatro pequeñas luces de cera de cuarterón a cada lado del madero como símbolo de bendición del orbe del término.
De regreso al pueblo tendría lugar en la plaza la típica "siembra" de caramelos, rememorando la costumbre ancestral en la que el jefe de la Hermandad de Labradores iba arrojando confites y caramelos por las calles, algo que también fue oficiado en la jornada.