Los goles de Iñigo Pérez y del mediocentro senegalés, acompañados de una soberbia actuación de Aitor Fernández, pusieron patas arriba La Romareda.
¿Cuántas cosas pueden cambiar en cinco años? En el Numancia, muchas. De aquel conjunto que volvió a poner a Soria a un paso de la Primera División, ganando en La Romareda al Real Zaragoza en las semifinales del play off el 9 de junio de 2018, no queda prácticamente nada. Un cambio de propiedad, tres descensos que han dejado al conjunto rojillo en la cuarta categoría del fútbol profesional o un sinfín de jugadores que han pasado, en su mayoría, sin pena ni gloria por Los Pajaritos han sido la tónica dominante de una entidad que ha caído en barrena.
Con todo ello, retrocedemos a ese día en el que los corazones de los aficionados numantinos vibraron como nunca en un encuentro apoteósico.
El Numancia visitaba La Romareda tras el 1-1 del partido de ida, goles de Guillermo y Zapater, con la misión de dejar en la cuneta al mejor equipo la segunda vuelta de la Segunda División. La escuadra, dirigida por aquel entonces por Natxo González, era una máquina perfectamente engrasada, guiada por futbolistas de la talla de Borja Iglesias, Cristián Álvarez o Mikel González.
Con ese contexto y con un estadio que rugía con más de 30.000 gargantas, los guerreros de Jagoba Arrasate saltaron al terreno de juego, acompañados por unos seguidores que nunca dejaron de creer, mentalizados de los 90 minutos que tenían que completar para pasar la eliminatoria.
En ese sentido, tras una primera parte muy igualada, en la que Higinio estuvo muy cerca de adelantar a los visitantes, la segunda arrancó con un conjunto maño en modo vendaval. Sin embargo, en esos instantes en los que Iglesias, Zapater o Papu bombardearon la meta rojilla, emergió la figura de un Aitor Fernández que realizó un encuentro soberbio. Sustentados por él, los sorianos no dejaron pasar su oportunidad. En el ecuador de los últimos 45 minutos, Iñigo Pérez sacó su barita mágica para con un zurriagazo desde fuera del área poner en ventaja a los suyos.
Con el marcador a favor, el combinado blanquiazul se volvió a volcar sobre la meta de Fernández, esta vez encontrando premio. Un centro rematado por Mikel González en el 80 puso las tablas en un duelo que todo indicaba que se iba a decidir en la prórroga. Sin embargo, diez minutos más tarde se iba a producir el ‘Diamankazo’.
El mediocentro senegalés ganó la espalda a su marca, entrando totalmente solo al segundo palo, para cabecear un centro perfecto al fondo de las mallas de un arquero argentino que no pudo hacer nada. Así, los desplazados hasta la capital aragonesas estallaron de alegría, al igual que 16.000 sorianos que se encontraban en ‘El Lavalenguas’, pendientes de lo que ocurría a 160 kilómetros de Valonsadero.
Posteriormente, la fiesta no se pudo completar, quedando apeados en la final por el ascenso ante un Valladolid que se mostró muy superior. Empero, aquel conjunto, orquestado por Arrasate y Palacios, supuso el último halo de aquel Numancia, fraguado en el barro, que llegó a lo más alto guiado por su humildad.
Con ese recuerdo cada vez más lejano, la afición sueña con regresar al lugar que nunca debió abandonar. Para ello, los actuales propietarios tienen en el ‘Diamankazo’ el ejemplo perfecto de lo que hacer, dejándose de promesas que apenas llegan ya a los seguidores y haciendo un esfuerzo por reflotar a una de las instituciones más importantes de la provincia con trabajo y dinero.