Su verdadera pasión son los huertos. Después de pasar todo el invierno con su hijo en Soria, Inocencia está deseando que llegue el verano para volver al pueblo y hacer lo que más le gusta.
La diputada, Eva Muñoz, en representación de la Diputación de Soria, ha asistido esta mañana al homenaje por los 100 años de vida de Inocencia García Marina. En el acto, le ha entregado a la centenaria la placa conmemorativa y el acta con la fecha de su nacimiento, en reconocimiento de una larga vida de esfuerzos y valentía.
Inocencia García ha celebrado su cumpleaños arropada por sus familia y vecinos. Aunque realmente dio la bienvenida a los cien años el pasado mes de junio, es hoy cuando se han podido reunir un gran número de personas en torno a ella, y es que cien años son muchos “como para celebrarlos solo unos pocos”, ha explicado un hijo de la protagonista.
La Diputación de Soria mantiene su compromiso con los programas y servicios dirigidos a la atención de las personas mayores.
Inocencia García Marina nació en Torreblacos el 19 de junio de 1923, la quinta de siete hermanos, seis chicas y un chico. Asistió con interés a la escuela de su pueblo hasta los doce años, que empezó a trabajar de pastora con las ovejas de sus padres durante dos años.
Más tarde, pasó el testigo a su hermana para empezar a trabajar en las tareas del campo y ganadería, primero con su padre y después con su marido, hasta la edad de la jubilación.
Se casó a los 28 años con Raimundo Sanz Marina y vivieron toda la vida en Torreblacos.
Tuvieron dos hijos, José Luis, casado y con dos hijos, y Concepción, fallecida en 1996 a los cuarenta años de edad, de una repentina enfermedad, hecho que supuso un duro golpe difícil de sobrellevar para la familia, que todavía recuerdan emocionados.
Cuatro años después quedó viuda y, desde entonces, ha vivido sola en el pueblo donde durante los veranos cuida de sus huertos, su verdadera pasión, y en invierno con la familia de su hijo en Soria, pero siempre con la esperanza de volver de nuevo al pueblo en la época estival, con sus vecinos y su huerto de tomates y otras hortalizas, en el patio de su casa, “el mayor placer”.