OPINIóN
Actualizado 03/08/2023 13:07:19
Patxi Irigoyen

Patxi Irigoyen escribe para Soria Noticias en 'La quinta columna'

Por circunstancias de la vida me he dedicado a explicar una y mil veces la Constitución Española. Por las mismas circunstancias, y por mi interés en el mundo de lo público, me ha gustado leer siempre distintas formas de ver las cosas. Y más cuando estas cosas eran publicas. Y más todavía cuando se trataba de política.

En el fondo, y en la forma, todos somos políticos. No por dedicarnos a ello, que lo hacen unos pocos -y cada día con los cotos más cerrados para ellos-, somos menos o más políticos que los “profesionales” que salen día a día en todos los medios. Cualquier opinión, cualquier razonamiento, y cualquier visión de las cosas tiene una opción cercana a la política.

Siempre me ha puesto muy nervioso decir de “izquierdas” o de “derechas”, porque entre otras cosas cada uno, dependiendo del tema que le toquen, es de una opinión u otra, pero siempre la que considere, “en su criterio”, más correcta.

Estoy quemado de ver políticos de “izquierdas” que buscan mucho más los ingresos que los objetivos. Estoy harto de aguantar políticos de derechas que piensan que a la hora de pagar todos hemos de ser iguales o casi, y que los distintos criterios de pago en las arcas públicas debieran de ser sin mirar las cuantías.

Pero ahora lo que más me ha quemado es la inutilidad, la caradura y la falta de tacto que tienen todos aquellos que se niegan a creer en la posibilidad de que alguien gobierne en minoría. Parece utópico que en una votación de investidura alguien se pueda abstener en vez de negar. Me llama la atención, pero me sugiere un muy mal rollo, la incapacidad de que un partido u otro, cualquiera, sea lo suficientemente hipócrita para negarse a dejar gobernar sabiendo que cualquier decisión que tome el gobierno al que le toca ejercer, ha de pasar por el parlamento y que ellos han de aprobar.

Y me pide el cuerpo que opine sobre el sistema. Este sistema nuestro, bicameral, que en la cámara alta sólo vale para llevar este nombre, pues luego cuando explicamos a qué se dedica y que papel definitivo puede tener en la vida diaria sea tan escaso que podemos pensar que es la cámara del envejecimiento y el premio a la permanencia.

El pueblo español votó el día 23 y lo dejó claro. Como siempre. Como quiere. Como realmente opina. Para algunos, con una cara tan dura como las piedras, engañado el pueblo ha votado lo que algunos querían. Para otros, con la misma cara que los anteriores, se ha castigado el trabajo y la actitud de los anteriores. Y volveremos a las andadas de aquí a cuatro años. De aquí a agotar una legislatura que, por el bien de todos los ciudadanos que nos gusta la democracia, debiera de durar cuatro años, o algo parecido.

Si llegado el momento, y previsto el gobierno del partido más votado, alguien es capaz de no asumir el papel de perdedor y cambia su ego por el interés general, al menos que me permita decirle “antidemócrata”. Participar en un juego, si es que esto lo es tal y como ellos se lo toman, implica ganar o perder. Uno no se retira o denuncia al árbitro sólo cuando pierde.

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