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RUTAS
Actualizado 13/08/2023 13:48:41
Pedro Lafuente

En esta ocasión, nos desplazamos al norte de la provincia para conocer un trayecto con mucho encanto. Entre pinares, el río Linares y unas vistas maravillosas, alcanzamos Vea, una localidad que se quedó sin vecinos en 1962, pero que desde 2018 vuelve a contar con vida en sus calles, deterioradas por el paso del tiempo, gracias a la llegada de ocho personas. Durante el trayecto también nos topamos con un rebaño y con dos molinos que dejaron de estar en funcionamiento hace tiempo.

Comenzamos la ruta desde Soria, por la carretera SO-650. Tras 42 kilómetros, en los que pasamos por varias localidades y por el puerto de Oncala, llegamos a nuestra primera parada: San Pedro Manrique. Este pueblo, con más de 600 habitantes, nos da la bienvenida en una mañana veraniega en la que las temperaturas nos respetan y en la que andar resulta agradable, sobre todo al comienzo de la jornada. Una vez allí, nos dirigimos con el coche hasta la depuradora, lugar en el que aparcaremos en una especie de ensanche antes de iniciar nuestro trayecto a pie.

No obstante, antes de arrancar con la expedición es recomendable dirigir nuestra mirada hacia arriba, para observar la ermita de la Virgen de la Peña. Dicho templo es el epicentro del Paso del Fuego, celebración declarada Bien de Interés Cultural y Fiesta de Interés Turístico Nacional, en la que los sampedranos caminan descalzos por las ascuas cada medianoche del 23 de junio, en la víspera de San Juan. Los elegidos, en algunas ocasiones con alguien subido a sus espaldas, recorren esta alfombra (el fuego se realiza con madera de roble). Así, con esa imagen en nuestra retina recogemos los palos de andar del maletero, más que necesarios en algún punto del recorrido (principalmente en el primer tramo cuando encaramos la subida), nuestra mochila, repleta de botellas de agua y alimentos, y empezamos.

Primeros Kilómetros

Siguiendo los márgenes del río Linares por una senda, acompañados de nuestro guía de cabecera, integrante de ‘Soria Paso a Paso’, Ángel Campos, y del experto en el territorio soriano, Feli Orden, alcanzamos un derruido Molino del Perul. Según nos explican, dicha construcción estaba al lado de un cauce fluvial “del que desviaban el agua por un canal que movía unas aspas, conectadas con las piedras que machacaban el grano y lo convertían en harina.

Dejándolo atrás, el olor a tomillo empieza a apoderarse del ambiente, al tiempo que andamos por un paraje que traslada nuestra imaginación al Machu Picchu (antiguo poblado inca en Los Andes). Adentrándonos en la sierra de Alcarama, logramos desde las alturas unas vistas majestuosas en las que apreciamos, sintiéndonos en la cima del mundo, kilómetros y kilómetros de naturaleza y de montañas.

Partiendo de allí, bajamos por un camino empedrado, devastado por el paso del tiempo, manteniéndonos en el GR 86, señalado con baliza roja y blanca. Rodeados de vegetación, nos topamos con un rebaño de cabras, pastando por el monte a su libre albedrío, además de con un caballo que nos advierte de su presencia con un cencerro.

Sin salirnos del sendero, cruzamos un puente de piedra, un tanto peculiar, que llama la atención por la forma de su arco. De esa manera, poco a poco nos situamos en un pinar que nos aporta sombra, muy apreciada en estos meses veraniegos en los que arrecia el calor (hay que tener en cuenta que este tipo de expediciones hay que realizarlas a primeras horas de la mañana en los meses estivales, evitando las horas más calurosas).

Sin detener nuestros pasos, volvemos a presenciar a nuestra derecha otro molino, este conocido como el de Medialegua. Cogiendo impulso para afrontar el tramo final hasta Vea, presenciamos también una pequeña cascada, vislumbrando al fondo los tejados de las casas de esa localidad de Tierras Altas.

Despoblación

Sin embargo, antes de entrar al pueblo, que es un ejemplo de la importancia de la actividad ganadera y trashumante del norte soriano, nos situamos a las puertas de un puente de madera, recién construido. En esa dirección, nuestros guías manifiestan que hasta hace poco había una especie de tirolina para cruzar el río. En estos momentos, la construcción, en un estado bastante avanzado, sigue todavía sin estar finalizada. Por ello, todos los interesados pueden aportar sus donaciones en una lata, colocada por los actuales moradores de Vea, que se sitúa encima del tronco de un árbol cortado a la izquierda de la entrada a la pasarela.

Con esta anécdota, nos plantamos a las puertas de un pueblo que nos recibe con una verja. Esta se encuentra cerrada para que no se escapen los animales domésticos, como indica un cartel (podemos ver un burro y un gato que nos sigue durante toda nuestra estancia en la localidad, y que disfruta como el que más de nuestra comida). Atravesándola, presenciamos unas primeras casas en ruinas, deterioradas por el transcurso de los años e invadidas por la vegetación en más de una ocasión. En muchas de ellas podemos apreciar su interior por los grandes agujeros que existen en sus paredes (la mayoría tienen dos alturas). Por un instante nos sentimos un personaje más de la serie ‘El Pueblo’, dado que nos sumergimos en un lugar muy mal conectado en el monte que parece aislado del resto del mundo (precisamente, Valdelavilla, sitio en el que se graba la ficción, está a unos pocos kilómetros de nuestra ruta).

Seguidamente, después de este símil, entramos en una plaza que cuenta con viviendas restauradas. Cabe destacar que después de que la despoblación acabara con Vea en 1962, ocho vecinos se mudaron en 2018, permitiendo que sus calles volvieran a latir de nuevo.

Historia

Posteriormente, nos topamos con una iglesia de la Virgen de los Remedios que se encuentra prácticamente derruida. En este lugar en el que se celebraban los festejos en honor a San Lucas, cuentan los lugareños que un día hubo una campana y un campanillo (hoy se desconoce dónde se encuentran).

Por último, recuperamos fuerzas para regresar por la misma senda por la que hemos venido a lo largo de siete kilómetros. Con todo ello, ponemos el broche de oro a esta aventura en la que hemos presenciado postales de todo tipo: desde la ermita en la que se festeja el sorprendente Paso del Fuego, hasta los paisajes naturales a las orillas del Río Linares y los restos de Vea. Si todavía te has quedado con ganas de más, tan solo tienes que acceder a la sección Rutas de Soria Noticias. Además, la página web, ‘Soria Ni Te La Imaginas’, de la Diputación provincial, te muestra otros tesoros de la geografía soriana que merecen ser conocidos.

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