PROVINCIA
Actualizado 19/10/2023 21:20:04

Unas 760 hectáreas de patata y cultivos de huerta, 850 de manzana, 70 de almendra, 10 de aceituna o 6,5 de frutos del bosque evidencian que Soria es algo más que cereales y girasol.

No todo es cereal y girasol en la provincia, aunque abarquen una superficie de 228.930 hectáreas, según los datos de la Junta de Castilla y León a fecha de julio de 2023. Los agricultores sorianos también siembran o plantan otros productos, en el intento de incorporar algunas alternativas minoritarias al campo de Soria. No es fácil. Así lo han trasladado a Soria Noticias algunos de sus profesionales.

Sin ir más lejos, de ‘loco’ trató su padre a Pedro Sevillano, cuando este anunció -hace 30 años- que iba a plantar almendros. Y algo parecido le pasó al arquitecto Jesús Bailón en 2017, en su entorno, cuando dijo que iba a poner un olivar en Montuenga. Sin embargo, hoy son dos referentes de emprendimiento y valentía en la agricultura soriana. Empresas de Cataluña o La Rioja vinieron para demostrar que la manzana puede ser un producto emblemático en Soria. Grandes bodegas de la D.O. Ribera del Duero se plantean instalarse en la provincia, donde ya hay 16; o seis familias están sacando adelante un proyecto de frutos del bosque en El Royo, recuerda Jorge Jiménez. Una iniciativa de calado con una interesante proyección.
Está claro que el sector fundamental y estratégico en Soria es el secano cerealista y de oleaginosas. Pero otros cultivos podrían tener, a largo plazo, mucho que decir.

Así, las imposiciones de los eco-regímenes de la PAC han obligado a los agricultores a incluir, en sus rotaciones, nuevos cultivos como las leguminosas, que suman 23.423 hectáreas, según la estadística de Agricultura en Soria. El yero (12.681 has.), la veza (5.284) y guisantes secos (3.595) son los más extendidos. Pero también hay 586 has. de garbanzo y 517 de lenteja. La productividad o la rentabilidad no son los motivos de su introducción, explica Asaja. Son las exigencias medioambientales de la normativa europea las que propician su expansión. Se trata de plantas que aportan mucha proteína, y están destinadas al pienso de animales.

Sí se está incrementando la superficie de remolacha (440 has.) o productos hortícolas (762 has.) porque el regadío aporta más rentabilidad económica que el secano, y se han modernizado algunos regadíos, como los de Almazán y Olmillos. Además, el riego ya es mucho más cómodo. Pero las limitadas posibilidades del regadío en la provincia las marcan las poco más de 10.000 hectáreas actuales.

CULTIVOS HORTÍCOLAS
En el mapa agrícola soriano empiezan a verse más productos de huerta como la cebolla (115 has.), lechuga (90) escarolas (70), zanahoria (44), ajo (37), brócoli (27), espinacas (26), puerro (17), calabacín (10), y otros meramente testimoniales como el espárrago (2 has.) o la calabaza (1). Además, el grelo ha entrado con fuerza en esta campaña. Tampoco hay que olvidar las 323 has. de patata, que tiene de compañera a una relevante industria local de patata frita de aperitivo.

La incorporación de algunos jóvenes agricultores anima el interés por el regadío. Pero también ayuda que empresas congeladoras y conserveras de Navarra, Aragón, La Rioja o Cataluña busquen contratos. Aquí encuentran calidad por las características climatológicas de Soria (más atemperadas y benignas ahora) y pueden alargar el abastecimiento a las distribuidoras hasta el final del verano, cuando los fuertes calores de otros territorios lo impiden. El cambio climático se está convirtiendo en un aliado para el regadío soriano. “Hay que trabajar más, con más exigencia, pero las variedades se adaptan cada vez mejor y la mayor rentabilidad merece la pena”, afirma Julio Pérez (de Bordejé). Es un “sacrilegio” no trabajar el regadío cuando lo hay, subraya Sergio Mateo (La Milana), que cree que favorece la fijación de población.

La remolacha (más de 400 has.) está volviendo. Las azucareras quieren contratos en Soria, que no tiene carencia de agua en el riego. José Antonio del Rincón, de Covarrubias, lleva sembrando dos campañas.

El problema es el precio bajo y la comercialización

Valverde de Ágreda acoge, desde hace más de 30 años, una plantación de almendro que, afortunadamente, cuenta con relevo generacional para continuar.

A Pedro Sevillano, de Valverde de Ágreda, su padre le preguntó que si estaba loco, cuando le dijo que iba a plantar almendros. Le dio por “ahí”, dice, aunque “en casa teníamos algún corrico de estos árboles”. Esto ocurrió hace más de 30 años. Hoy tiene 65 hectáreas de este fruto seco, y el relevo generacional está asegurado con su hijo, que tiene intención de ampliar la explotación con una docena de hectáreas más, que dotará de riego con goteo. Señala que este árbol se adapta bien al clima y al suelo de la zona, aunque reconoce que existen ciertos riesgos por las heladas. El año pasado se heló toda la floración, perdiendo la cosecha, dice. Pero esta campaña la producción va a ser “buena”.

Como ocurre con otros productos alternativos al cereal, este veterano agricultor recalca que el problema en Soria no es la adaptación a las condiciones de la provincia. La dificultad está en la comercialización, en la que es muy difícil entrar siendo un productor pequeño y estando solo. “Si no hay rentabilidad, un joven no puede empezar de cero. El precio de la almendra está tirado”, remarca. Una pena, porque por falta de calidad no es.
Pone como ejemplo la extraordinaria calidad que se está consiguiendo con la manzana en Soria. Su introducción está siendo todo un éxito, por ejemplo, en la finca del Señorío Altos de Yara, en el propio Valverde de Ágreda, gestionada por Señorío de Rioja. “Esta comarca es buena para varias cosas, como la patata o la lechuga. Pero el problema es la comercialización”, remarca.

La mejor frambuesa para llena la España Vaciada

Han comenzado las obras de un obrador que permitirá el envasado y la transformación. El valor añadido se quedará en El Royo y en la provincia.

Después de cuatro campañas, el proyecto BosqueSoria está asentado y el futuro es alentador. Seis familias están sacando adelante una iniciativa que ha conseguido el reconocimiento del BBVA y del restaurante El Celler de Can Roca, como uno de los diez mejores productores sostenibles de España en 2023. Este proyecto soriano es el único de Castilla y León que ha recibido ese premio, dice Jorge Jiménez Santos, presidente de la sociedad, que se creó en 2018 para tratar de fijar población y frenar la despoblación en El Royo y en las comarcas de El Valle y la Vega Cintora.

La idea fue impulsada por el Ayuntamiento, junto a la Asociación Forestal de Soria y la Asociación para la Promoción Territorial de El Royo (Aproter). Ahora hay más terreno disponible, pero el responsable de BosqueSoria afirma que, antes de ampliar la plantación, hay que tener asegurada la comercialización. Otra de las preocupaciones es el relevo generacional. Es decir, que los jóvenes asuman tirar del carro, porque aunque la empresa es joven, sus socios son mayores. El propio presidentes tiene casi 63 años.

Las obras de un obrador compartido de transformación de los frutos rojos ya han comenzado, y se espera que sea una realidad para la recolección de 2024, indica Jiménez. La Junta de Castilla y León, a través de Somacyl, invertirá 562.000 euros. La nueva instalación, muy necesaria en la provincia, permitirá el envasado, la transformación y el congelado, y podrá utilizarse por otras empresas, al tener cocinas modulares.

La comodidad del cereal se ha llevado otros cultivos

Un impulso llevó a Jesús Bailón y a Carolina García a plantar un olivar de 10 hectáreas -el único de la provincia- en Montuenga de Soria y a elaborar su aceite.

esús Bailón y Carolina García decidieron en 2017 compatibilizar el trabajo de un estudio de arquitectura con la elaboración de aceite. Para ello, plantaron 10 hectáreas de olivos en Montuenga de Soria, en el suroeste provincial. Esta campaña esperan elaborar entre 4.000 y 5.000 litros de aceite, con la marca Olivo de Soria. La producción va a ser mayor este año que la recolección anterior, porque hubo unos fuertes calores a destiempo que dificultaron la fructificación de la aceituna. Disponen de un pozo para regar a goteo, lo que facilita un comportamiento del árbol más estable, gracias a los cuidados y los aportes nutricionales adecuados.

Es la única plantación de olivo de la provincia, pero aseguran que “soporta” el clima de esta zona, porque este árbol necesita mucho calor y frío, por lo que heladas de menos seis grados le van bien para que en primavera brote con fuerza. Reconocen que, inicialmente, les trataron de ‘locos’, pero han demostrado que elaborar un buen aceite es posible en Soria, donde caben más cultivos que el cereal.

Estos emprendedores lamentan que la comodidad y la ‘moda’ del cereal haya ido en contra de otros cultivos, algunos tradicionales y arraigados como el viñedo, que ha desaparecido de esta comarca de la ribera del Jalón, pero que estaba muy presente.
Jesús Bailón considera que si hubiera existido una denominación de vino como había en la Ribera del Duero, la viña no se habría arrancado y ahora la realidad agrícola sería diferente.

El regadío es una oportunidad que no se puede desaprovechar

Sergio Mateo piensa que el regadío puede ayudar a mantener vecinos en los pueblos

Sergio Mateo es un joven agricultor que considera que el regadío es una oportunidad que no se debe desaprovechar, cuando lo hay. Su familia “siempre ha tenido cultivos de regadío”, pero su modernización ha cambiado los sistemas de trabajo, “no tiene nada que ver y ahora todo es mucho más fácil. El trabajo es más exigente que con el cereal de secano, pero los rendimientos económicos son mayores. Ahora está cultivando brocolí, espinaca, grelo o remolacha, además de cereales.

Considera que el regadío puede favorecer el mantenimiento de población en los pueblos, la fijación de los jóvenes, puesto que la siembra de cultivos hortícolas requiere mucha menos superficie de las explotaciones para obtener unos ingresos que permiten una “vida normal”.

Sergio Mateo valora la llegada de empresas transformadoras de otras comunidades, interesadas en producir en la provincia para alargar sus campañas y el suministro a las cadenas distribuidoras, aprovechando el clima más suave de Soria. Sin embargo, echa de menos que el valor añadido de estos productos, sobre todo el de la primera transformación en fresco, no se quede en la provincia. Confía en que, antes o después, esa transformación pueda realizarse aquí, por lo que anima a las empresas y a las instituciones a que trabajen para ello.

Otra cuestión positiva es que, de momento, no falta el agua en el regadío soriano. Estar en la cabecera del Duero y contar con el embalse de la Cuerda del Pozo es una garantía de estabilidad.

Trabajar el regadío es más agradecido y entretenido

El joven agricultor Julio Pérez, de Bordejé, considera que el riego es un “seguro” y la rentabilidad es mayor. Por eso anima a “probar” este tipo de agricultura.

Julio Pérez Serrano, de Bordejé, asegura que trabajar el regadío es “más bonito, variado, agradecido y entretenido”, más satisfactorio profesionalmente porque son cultivos más exigentes, más técnicos”. Si a esto se suma que son más rentables, la apuesta está clara. Explica que, si bien hay más incertidumbre con los cultivos hortícolas y de regadío, las conserveras o empresas congeladoras con las que se hacen los contratos ayudan a “entrar” y a probar este tipo de agricultura. Por ejemplo, aportan la maquinaria necesaria para hacer tareas como la siembra o la cosecha, algo fundamental, y hacen seguimiento del desarrollo del cultivo, “para que salga adelante”. El agricultor pone el trabajo y el agua, y las empresas lo demás.

Señala que el regadío es un “seguro” para el joven agricultor, si no falta el agua y se cuenta con fincas ‘amuebladas’, es decir, con sistemas e infraestructuras modernas que faciliten el riego.

El agricultor soriano se está animando a sembrar productos como la patata, la cebolla, el ajo, la zanahoria..., remarca Julio Pérez. Sí plantea un problema: la dificultad de encontrar mano de obra. Algunos cultivos requieren de cuadrillas para la recolección, y en Soria no existe el trabajador temporero, que sí hay en otras comunidades. “No es fácil conseguir trabajadores, y cuando llegan de lejos se encarecen los costes. A veces, las empresas a las que se vende aportan la cuadrilla. En la comarca de Almazán, ahora habrá unos 20 o 30 agricultores que se dedican casi de manera total al regadío.

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