La quinta columna de Patxi Irigoyen para Soria Noticias
Sé positivamente que ustedes, lectores, piensan igual que yo. Vivimos en un mundo que está alcanzando las cotas más altas de la estupidez. Yo he llegado a pensar que sólo se trata de una crisis intelectual, una crisis humana, o una crisis de comportamiento. Pero no; cada día que pasa, en este 2023, sigo pensando que nuestra sociedad y nuestro mundo se acaba. Que nos extinguimos como raza y como seres. Que no puede ser tanta estupidez. Que no es posible que cada jornada tengamos que estar solucionando el problema que hemos creado en la jornada anterior. Cada vez es más claro que nuestra forma de ver la vida es una única: no tenemos forma de vida.
El problema en la extinta Unión Soviética lleva ritmo de consolidarse. No tiene visos de nada. No se puede arreglar. Nadie, ya, tiene la lágrima en el ojo. No despierta ningún sentimiento, pero está claro que siguen matándose unos a otros, y siguen destruyéndose modos de vida que algunos pensaban ya no tenían que volver a empezar. Y nadie arregla nada. Nadie vale, salvo para reunirse en esas comisiones a las que van y no dicen nada, pero que tienen un presupuesto enorme simplemente porque hay que pagar las dietas por asistencia.
Como Ucrania y Rusia ya parece que han pasado a la monótona actualidad, ahora sólo vivimos del drama en Gaza. Bueno, y en todo el territorio que se considera posible para esta guerra, en la que pelea un gobierno contra una “organización política y paramilitar palestina”. Varias semanas después del inicio de esta barbarie nadie sabe quién son unos, quién son otros, y sólo sabemos quienes pierden todo, incluso la vida: los habitantes de un territorio que mueren por la apestosa ideología y la falta de respeto a los pactos acordados, por muy malos que éstos sean.
Pero para darle más colorido a todo esto que pasa en un lado u otro, aparece la inmigración desesperada de personas africanas que se juegan su vida para poder acceder al mundanal ruido. Y, curiosamente, proceden mayoritariamente de un país que no sale ni en los anuncios: Senegal. Un país africano que, parecido a la gran mayoría del continente olvidado, puede explotar en cualquier momento porque la población ya no aguanta más. Estos días, en noticia de los científicos que trabajan el gran continente de color, hay animales de la zona en peligro de extinción fundamentalmente porque, ahí es nada, los pobladores los cazan para poder comer: son jirafas, en el caso que se hablaba.
Y, jugando el teto, nuestros políticos españoles. Paseándose por los miradores y balcones, viajando una y otra vez para no estar en casa, y negociando a escondidas el futuro de todo el país. Menos mal que en Soria, de momento, sólo tenemos el problema de la falta de población, de la falta de inversiones autonómicas, la falta de profesorado universitario, la falta de persona oficial de oficios, la nula inversión del estado en la Autovía de Tudela, y la lentitud en la solución del problema sanitario. Pensándolo bien, “pecata minuta” comparado con el panorama nacional e internacional.