OPINIóN
Actualizado 26/10/2023 11:14:46
Enrique Rubio

Enrique Rubio, desde Berlanga para Soria Noticias.

No queda muy claro si fue Plino el viejo, el joven, Estrabón, Herodóto o simplemente es una leyenda que cuando en estas tierras en los tiempos en que nos estaban los romanos tratando de hacer entrar en su razón, una ardilla podía cruzar desde el mar cantábrico hasta Gibraltar sin pisar suelo y saltando de árbol en árbol. Lo que si podemos asegurar es que en 1783 una ardilla, incluso una persona cualquiera, podía caminar desde Alfaro hasta Atienza sin dejar de pisar suelo soriano. Tambien desde Cobeta hasta Calahorra o incluso hasta casi los arrabales de Logroño. Entonces era una provincia más extensa en territorio, indudablemente costaba llegar desde un lugar a otro de ella.

La diversidad de paisajes que la surcan a lo largo y ancho de ella no se han visto muy mermados desde que Javier de Burgos en 1833 redefinió las provincias asignando nuestros actuales límites. La verdad es que no entro en juzgar si son justos o no estos, pero son los que tenemos. Visitando parte de ellos en su zona más suroriental se ven paisajes que bien podrían haber servido para despojar a “El bueno, el feo y el malo” de su Sad Hill particular a la zona del valle de Contreras, podría incluso haber sido una suerte de Almería cinematográfica en la meseta.

A mi me recuerdan algunos lugares de estas zonas (por donde una ardilla subida en un árbol no lo tendría fácil) a los de la película del oscarizado Kevin Costner “Bailando con lobos”, incluso alguno de los que mi amigo Raúl de Blocona me cuenta que han visto merodear por allí podría haber servido para interpretar el papel del “Calcetines” de la película.

El paisaje es propicio para evocar la soledad del teniente Dunbar cuando llega a ocupar el puesto fronterizo que le había sido asignado. Seguramente a alguien de los que leen este texto y conocen la zona lo habrán visualizado. Y no sé si a ustedes, pero a mi si me ha venido a la cabeza uno de los puestos de la guardia civil, que con Disciplina y afán de servicio cubrían en una época coetánea a la de la película nuestra geografía provincial ganándose con la cercanía y dedicación, amen de solventando cualquier problema, a los lugareños de todos nuestros rincones. Aunque pasaron por otra indumentaria. es fácil situar en el imaginario de la España rural su figura otrora remarcada por el inconfundible tricornio, capa en invierno y marcial presencia durante todo el año. En humildes casas-cuartel como las que se enumeran en el libro que el coronel Andrés Velarde tuvo a bien escribir durante sus años de servicio entre nosotros antes de marchar a su actual destino de Valladolid. Desde que en 1844 el duque de Ahumada creo el cuerpo fueron muchas la que se crearon para densificar una trama con la que cubrir el territorio, y no había pueblo, por pequeño que fuera que no estuviera velado por la abnegada dedicación de estos hombres en la faceta más rural con la que fue creado este cuerpo.

Lugares como Ausejo o Barcones tenían su puesto, del mismo modo que Quintana Redonda o Monteagudo y Almenar. Todos estos y más están desaparecidos en la actualidad, y nadie defiende su puesto ahora con presencia continua. Y es que el territorio ha cambiado. No en sus limites como comentábamos, sino en su configuración. Pues si antes se tardaban dos días dentro de Soria en ir de Alfaro hasta Atienza, ahora nuestra realidad demográfica hace que algunos pueblos se visiten cada dos días por el cuerpo de manera rutinaria. Aunque sabemos que en cualquier eventual necesidad están cerca, su visión ahora mucho más actual y cercana nos hace pensar que no somos los siux de la película antes mentada. Su presencia incluso en el campo durante la recolección de setas nos da seguridad, ¡eso que no nos gusta que nadie se entere de nuestros setares!

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