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CAPITAL
Actualizado 25/11/2023 10:07:31
Patxi Veramendi

El estruendo de la batucada y su adrenalina han llegado a Soria para quedarse. Sus sonidos son ya parte del paisaje musical provincial.

Los ritmos de la batucada ya no son una música extraña, ajena o distante para los sorianos. Desde hace unos años, los tambores de los grupos Bloko U-Ké y Kilombó son protagonistas de no pocos encuentros festivos y culturales de la capital y de numerosos pueblos de la provincia. “Somos una expresión musical de calle muy diferente a lo que se conocía en Soria, que transmite mucha alegría, que genera mucha adrenalina interior. Somos un espectáculo potente con mucha fuerza, que conjuga percusión, danza y teatro y que engancha al espectador”, describe Ana Belén Martínez, portavoz y fundadora del grupo Bloko U-Ké.

“Nuestra música ofrece ‘buen rollo’, rompe un muro que anima y contagia a moverse a la gente, pero ofreciendo unas sensaciones más íntimas, más interiorizadas, más individuales. Al contrario de lo que pasa con una charanga. Eso no quiere decir que la batucada no propicie un éxtasis colectivo muy especial, que sí lo crea”, añade Noelia Jiménez Crespo, integrante y fundadora de Kilombó. Es difícil no contagiarse del sonido, del colorido y de la estética de la batucada. De entrada, sorprende, pero con su estruendo, en momentos apoteósicos, se te van los pies. Te envuelve.

El origen de la batucada está en los primitivos ritmos étnicos africanos, que llegaron a América a través de los esclavos. Además, se han incorporado los sonidos brasileños y carnavaleros, junto a otros estilos latinos populares, como la salsa, el merengue o el reguetón. La circunstancia de que la batucada no tenga letra, y que todo sea tambores y percusión, no impide que el público conecte. Al contrario, se disfruta muchísimo, resaltan las dos portavoces. “La comunicación que se crea es muy intensa. Es la conexión de lo humano con la tierra. Las coreografías están muy pegadas al suelo”, expresa Ana Belén Martínez, “cuando se conoce bien esta música te atrapa”.

Poco a poco, estos ritmos están llegando a muchos pueblos, donde sus vecinos se encuentran -a veces por primera vez- con este sonido extraño a la cultura musical tradicional. ¿Y cómo es su reacción? “Pues estupenda. De entrada, la gente se asombra, le llaman la atención nuestra estética y formaciones, pero enseguida se integra, lo disfruta y hasta se anima a bailar”, apunta Noelia Jiménez. Prueba de que la batucada gusta, las representantes de los dos grupos sorianos coinciden en destacar que cada año llaman de más pueblos, interesados por saber y conocer la música y el espectáculo de calle que ofrecen.

A la pregunta de si los percusionistas de la batucada se sienten músicos, la representante de Bloko U-Ké responde que “no, al menos yo, porque tengo un gran respeto a los músicos. Me encantaría ser música, pero lo que hago es disfrutar de la música”. Ante la hipótesis de que, antes que tarde, el Otoño Musical pudiera incluir en su programa alguna actuación de batucada, la portavoz de Kilombó afirma que “no nos lo hemos planteado. Da vértigo, pero sería muy bonito. Nos encantaría. No son golpes sin más lo que hacemos. Hay mucho trabajo y mucha preparación”.
“La percusión no tiene notas musicales, pero sí una técnica instrumental y un lenguaje musical propio, unos silencios, unas corcheas, unos ritmos, una sonoridad y unos tiempos perfectos, explica la representante de Bloko U-Ké.

Participar en estos grupos no requiere estudios musicales, pero la formación es exigente. No se usan partituras, pero se necesita un gran oído musical, ritmo para realizar las coreografías, técnica para tocar los diferentes tipos de tambores, bombos y cajas que hay, y hasta aptitudes de expresividad, porque la teatralidad también es un elemento más de estos espectáculos, recuerda Ana Belén Martínez.

Apoyo profesional

No obstante, sí hay miembros que saben solfeo, que tocan instrumentos musicales, e incluso que son profesores de música. Las portavoces de los dos grupos explican que cuentan con el apoyo de músicos y coreógrafos profesionales para preparar canciones y elaborar formaciones, cada vez, de más calidad y complejidad.

Al contrario de lo que pudiera pensarse, los integrantes de estas asociaciones musicales no son unos chavales. Aunque los hay jóvenes, en torno a los 25, también hay muchos que superan los 40 y los 50 años. Si algo se puede destacar del perfil de estos percusionistas es su talante sociable y participativo. Son personas con perfiles muy diferentes a las que les une una misma pasión: la magia de la batucada. En cuanto a las profesiones, hay de todo: profesores, educadores sociales, socorristas, funcionarios, empresarios, comerciales, banqueros...

El interés por esta expresión musical y cultural, que recoge la herencia de maneras ancestrales de entender la vida, llega a Soria hace 16 años. Un grupo de personas realizaron un taller de batucada, organizado por el Ayuntamiento de Soria, del que luego salió el grupo Bloko U-ké. Años después, el Centro Joven del Ayuntamiento llevó a cabo otro taller de percusión, de batucada. Los que participaron ya conocían a Bloko U-Ké y, por tanto, ya tenían una referencia. Cuando terminaron la actividad, algunos de los asistentes decidieron continuar, y en 2015 formalizaron una asociación musical, culminando así el proceso de la aparición de Kilombó.

Esta música tiene mucho recorrido por delante, integrando nuevos sonidos como el rap, el rock o el flamenco, partiendo de la base del origen: los ritmos africanos primitivos. No hay que olvidar que la percusión está muy presente en todos los estilos de música. Una última pregunta queda en el aire, a modo de reto: ¿Para cuándo una sanjuanera adaptada al ritmo de batucada? Quizás, pronto.

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