Mínguez, Cedazo y Pardo conservan sus alcaldías y pocos pueblos ‘grandes’ cambiaron, todos del PSOE al PP. Serrano mantiene Diputación tras una inédita batalla legal. El PP volvió a ganar unas generales en las que el PSOE resistió el envite de una Soria ¡Ya! que queda al borde del abismo.
2023 era un año marcado por las citas electorales. Con municipales a finales de mayo y unas generales planificadas para los últimos meses del año, muchas dudas acechaban a la política soriana. Si Soria ¡YA! se presentaría a las municipales y acabaría con la mayoría absoluta de Carlos Martínez, si el PSOE lograría recuperar la Diputación de Soria, o si la etapa de Pedro Sánchez tocaba a su fin tras cinco años convulsos en Moncloa eran algunas de ellas. La inmensa mayoría, por no decir todos, de estos interrogantes se resolvieron favorablemente para el ‘status quo’. Y es que se suele decir, citando al senador italiano Giulio Andreotti, que “el poder desgasta…, a quien no lo tiene”.
Pedro Sánchez
Sin duda, quien más sale desgastado desde 2023 es Soria ¡YA!, que comenzó el año con aspiraciones de primera fuerza política de la provincia. A continuación, decidieron no presentarse a las municipales, algo que, aunque tenía cierta lógica conceptual, dio munición a sus rivales tanto de derecha como de izquierdas. Y luego llegaron las generales con Ángel Ceña repitiendo como candidato, lo que afianzó la sensación de hermetismo y camaradería bajo una marca que durante dos décadas fue de todos. Tal vez los sorianos sintieron eso o tal vez, simplemente, se vieron arrastrados por las corrientes de la política nacional, pero el caso es que el 23 de julio dejaron a Soria ¡YA! por debajo del 20% y sin representación ni en el Congreso ni en el Senado.
Solo el tiempo dirá si 2023 pasa a la historia como el año de la defunción de Soria ¡YA! La situación se antoja complicada fuera de las Cortes Generales (donde, por cierto, tampoco está ni Teruel Existe ni ningún otro representante de la España Vaciada), sin capacidad para influir decisivamente en las políticas de la Junta de Castilla y León (los tres procuradores solo pueden tratar de arrancar cosas a la mayoría absoluta de PP y VOX), y con el abandono, al menos moral y físico, de buena parte no solo de sus votantes, sino también de sus propios integrantes (las dimisiones de Silvia Largo y Fernando Arévalo).
Soria ¡YA!
Si Soria ¡YA! fue el gran perdedor de las elecciones generales, el PSOE se convirtió en el gran triunfador. Lo consiguió tanto a nivel local, aguantando el pulso con Luís Rey de candidato, como a nivel nacional, con una remontada contra todo pronóstico. Pedro Sánchez es el protagonista del año 2023 en el panorama nacional. Su kamikaze adelanto electoral le salió a las mil maravillas, y se mantiene en La Moncloa agitando el fantasma de la ultraderecha y tras un pacto moralmente cuestionable con todos los nacionalistas e independentistas del parlamento, de izquierdas y de derechas.
Mantenerse en el poder es el bien supremo en la política, porque sin poder no se puede hacer política. Sí, desde la oposición se puede influir, proponer y controlar, pero la política se hace controlando la administración, el presupuesto y el boletín oficial.
Municipales
La administración, el presupuesto y el boletín, seguramente estos sean los tres elementos que convierten al poder en una de esas pocas cosas en esta vida que resulta más difícil conseguir que mantener. Prueba de ello fueron las municipales del 28 de mayo en la provincia, un canto al continuismo.
Mínguez, en la capital, repitió una mayoría absoluta que le consolida como una rara avis en un mapa nacional plagado de ayuntamientos controlados por la derecha. Jesús Cedazo, redimido por el PSOE y sus vecinos, tiró de gestión para cortar las alas de José Antonio de Miguel; y Antonio Pardo, que pese a perder, echó mano del comodín de Vox para mantener la Alcaldía. Ágreda, Covaleda (PSOE) y Ólvega, Arcos de Jalón y Golmayo (PP) también apostaron por la continuidad.
Sí cambiaron, siguiendo la tendencia nacional de izquierda a derecha, San Esteban de Gormaz, Duruelo de la Sierra y San Leonardo de Yagüe. Aquí jugó un papel decisivo la reintegración de la PPSO en el PP. Serrano logró atraer de nuevo a De Miguel, Pardo o Pérez al PP, aunque algunas de esas reconciliaciones han tardado poco en saltar por los aires y otras se mantienen por puro interés por ambas partes.
En un vilo estuvo la Diputación, después de que los socialistas se agarrasen a la literalidad de la ley y no a su espíritu e interpretación tradicional para reclamar el palacio provincial. El PSOE pedía una manera alternativa de contar en los municipios de menos de 100 habitantes, y tras varios recursos y consultas electorales a Madrid, la Justicia dio la razón al PP y Serrano fue investido presiente.