Esta reserva natural presenta la mayor concentraciónde acebos de Europa meridional. Un árbol que esconde un sinfín de sorpresas y que lleva siendo objeto de admiración desde tiempos celtíberos.
Cuando el monte empieza a perder su color y las ocres hojas caen de sus ramas, esta joya soriana se llena de vida. Miles de millones de bolas rojas cubren una singular especie que la naturaleza suele relegar a un segundo plano pero que aquí es protagonista. Un paisaje idílico que parece sacado de un cuento de Navidad. Pero este entorno es mucho más que eso.
El Acebal de Garagüeta es una reserva natural situada al norte de la provincia de Soria que tiene una superficie de 406 hectáreas, de las que 180 son acebo. Se cree que el Acebal se originó con la degradación de bosques de roble y haya en los cuales el acebo era una especie acompañante. Aun así, estas especies siguen siendo abundantes en la reserva. La vegetación es, en general, dispersa, aunque también pueden encontrarse joyas naturales como un nodal de arces en el que se encuentra un ejemplar incluido en el libro de árboles notables de Soria. Uno de esos rincones difíciles de encontrar enmedio de un paisaje vivo y cambiante.
La reserva se enclava en una zona de transición climática atlántica-mediterránea, perfecta para la proliferación de esta especie. Además, en su entorno existen un gran número de yacimientos prerromanos, lo que liga estas tierras a la tradición celtíbera.
Los protagonistas de este entorno son unos árboles siempre verdes de entre 2 y 10 metros de talla. La corteza de los ejemplares más jóvenes es verde y lisa, aunque se va tornando grisácea y agrietando con el tiempo. Su madera es muy resistente y sus hojas tienen propiedades terapéuticas. Las que se encuentran en la parte baja del árbol tienen púas para protegerse del ganado.
Sin embargo, los frutos rojos que los adornan y los han convertido en una de las especies de árboles más emblemáticas de la Navidad, son tóxicos para los humanos y pueden tener efectos purgantes y vomitivos. Y aunque todos los acebos florecen, tanto los ejemplares macho como hembra, sólo las hembras producen sus característicos frutos rojos.
Estos árboles son una especie protegida en Castilla y León, por lo que su aprovechamiento está regulado a través de podas controladas y de baja intensidad con las que se limpia el monte y se obtiene material para elaborar adornos navideños.
El pastoreo del que se han nutrido estas tierras durante siglos ha sido precisamente uno de los factores que han propiciado la expansión del acebo frente a la de otro tipo de vegetación que no tolera igual el paso del ganado. Históricamente, esta zona siempre ha sido vital para el desarrollo y supervivencia de las cabañas ganaderas de los pueblos que comparten su titularidad y a cambio, estos animales ayudan con la limpieza del monte y la reproducción de las distintas especies que crecen en la reserva.
Además, Garagüeta está vinculado a la trashumancia y a la Mesta. Durante la primavera y el verano, las ovejas pastaban en la zona y cuando acababa el calor, partían rumbo a Extremadura buscando inviernos más suaves. En el acebal todavía se pueden encontrar majadas y construcciones que servían para dar cobijo al rebaño durante la noche y que ahora actúan como recuerdo de las raíces ganaderas de la provincia. Es muy posible que aquel que visite este entorno se encuentre vacas pastando por Garagüeta.
El dominio del acebo en este paraje ha sido a costa de la disminución en población de otras especies, como el rebollo o el roble albar, ya que les cuesta más crecer bajo estas condiciones climáticas y con el paso del ganado.
Vacas, caballos y ovejas no son las únicas especies de animales que habitan en Garagüeta. Se trata de una zona muy apreciada entre los amantes de la observación de aves y de hecho, cuenta con la denominación ZEPA de especial protección. Abundan la perdiz pardilla, la alondra común, el cárabo, el reyezuelo listado y hasta el buitre leonado y el águila real. También se pueden encontrar distintas especies de anfibios, como ranitas de San Antonio, reptiles y mamíferos como ciervos, zorros o liebres.
En la actualidad, si hablamos de frutos invernales es el muérdago el que acapara escenas en creaciones audiovisuales y cultura popular, por su ‘capacidad mágica’ para propiciar besos inesperados. Sin embargo, el acebo lleva miles de años estando rodeado de un gran misticismo que ha ido quedando en el olvido. Para los celtíberos, era un árbol sagrado y símbolo de protección y suerte, los celtas lo vinculaban a la resistencia y a la vida eterna y los romanos lo asociaban al dios Saturno. Solía utilizarse en rituales del solsticio de invierno.
Pero además de lo que representan en sí este árbol y sus frutos, Garagüeta es escenario de una leyenda muy especial. La historia cuenta que Mortero, el pueblo al que pertenecía el Acebal y que estaba situado entre Arévalo de la Sierra y Gallinero, quedó despoblado al morir envenenados todos sus habitantes mientras celebraban una boda. Sólo se salvó una mujer que se encontraba con el ganado en la dehesa de Garagüeta.
Algunas fuentes hablan de que así comenzó una larguísima disputa por estas tierras, ya que la anciana las cedió a Arévalo de la Sierra pero Gallinero también las reclamó. En cualquier caso, terminaron pasando a pertenecer a Torrearévalo y Arévalo de la Sierra y los documentos de titularidad se guardaron en un arca de madera, que los pueblos se turnaron cada año durante siglos. La tradición desapareció cuando ambos pasaron a formar el mismo municipio.
Las visitas a la reserva se pueden realizar de forma independiente o con un guía. Existen varias rutas para conocer el Acebal, aunque la más famosa es la ruta circular, de unos 4km, que permite pasar por distintas construcciones ganaderas tradicionales y empieza y termina en la emblemática fuente de Garagüeta. Además, las rutas guiadas pueden ir desde los 6km a los 12km, adaptándose a las necesidades de cada grupo y permitiendo conocer rincones a los que sería difícil acceder sin guía. Durante el paseo, merece la pena fijarse en los canchales, ‘ríos’ de roca de origen glaciar, en las construcciones y en los túneles vegetales que forman los propios acebos.
Garagüeta suele recibir un mayor número de visitantes durante los meses de invierno. No sólo porque la posibilidad de encontrar una fina capa de nieve que termine de completar el paisaje hace que resulte aún más atractivo, sino porque es cuando los acebos lucen sus características bolas. Estos árboles florecen en primavera, a finales de mayo y fructifican (sólo las hembras) en septiembre, aunque los frutos no comienzan a madurar y ponerse rojos hasta finales de octubre y principios de noviembre. Es por eso por lo que, para disfrutar de los frutos del acebo, será necesario esperar hasta estos meses de frío.
Sin embargo, durante la temporada de caza, que se prolonga entre los meses de octubre y enero, el acebal podría estar cerrado por la celebración de monterías. Por ello, siempre es conveniente asegurarse de su apertura en la Casa del Parque. También es importante informarse con anterioridad, especialmente durante los meses de nevadas, sobre el estado de los accesos al Acebal. Aunque se puede llegar desde Torrearévalo y desde Arévalo de la Sierra, dejando el coche en uno de los párkings deisgnados, la nieve puede complicar el primero de estos accesos.
La Casa del Parque se encuentra en Arévalo de la Sierra, en la antigua vivienda de los maestros del pueblo. En este centro de interpretación el visitante podrá informarse sobre todas las particularidades de la reserva, aprender sobre la importancia de los acebales de esta zona. También podrá pasear por un rincón de la memoria y un espacio dedicado a Julián Sanz del Río, filósofo, jurista y pedagogo del s. XIX nacido en Torrearévalo. Para ir a la Casa del Parque se recomienda dejar el coche en el aparcamiento de la ermita, por la estrechez de las calles del pueblo.
Las opciones hosteleras en la zona son limitadas, por lo que tanto para alojarse como comer o cenar en los pueblos aledaños a Garagüeta será necesario reservar y una cierta planificación previa.
Aparte de la prohibición de arrancar o sacar del parque ramas de acebo sin autorización, en esta zona no se puede hacer fuego, acampar, arrojar basuras, realizar inscripciones en cualquier elemento del medio natural, recoger plantas o animales o introducir nuevas especies. Siempre se recomienda llevar un calzado adecuado y no abandonar las sendas marcadas. Y para disfrutar de la fauna autóctona y tener suerte con algún avistamiento, lo más importante es no hacer ruidos que puedan asustar a los animales.
Este entorno sagrado para civilizaciones anteriores y también para la nuestra es más que un bonito paseo. Garagüeta es un recurso imprescindible, tanto para garantizar el futuro de la zona como para nunca olvidar su pasado.
Encuentra más información sobre este y todos los rincones de ensueño que esconde la provincia de Soria en la web 'Soria ni te la imaginas' de la Diputación Provincial.