OPINIóN
Actualizado 08/01/2024 10:44:17
Cartas al director

Arturo Pérez Romero remite esta carta al director.

Una de cal (paseo del Duero aguas arriba) y doble de arena (paseo del Duero aguas abajo y al Duero desde el Espino). Una de cal (reforma del espacio Alameda) y doble de arena (reforma del Edificio Plaza y de la antigua Colmena). Un de cal (“puesta en valor” de las murallas del Mirón) y doble de arena (“puesta en valor” de la muralla del Castillo y del rincón de Bécquer). Una de cal (remodelación de la avenida Navarra) y doble de arena (remodelación de Mariano Granados y del Espolón). Una de cal (nuevo Kiosco) y doble de arena (nuevo Parador y Mercado).

La proporción de ambos componentes varía según el tipo de mortero, pero, en mi opinión, una de cal y otra de arena se quedan cortas para nuestra ciudad. La última palada de arena que se está añadiendo corresponde al recubrimiento del número 4 de la avenida de Navarra con una piel indistinguible de la que envuelve un recién levantado bloque de viviendas en Alcobendas o Kuala Lumpur. En sí, el edificio no representa ningún hito de la arquitectura local, pero tenía un gran mérito, el de acompañar armoniosamente y sin estridencias a dos de los edificios más distintivos del primer ensanche. Juntos conformaban una manzana única, una imagen congelada de mitad del siglo pasado. Más añadiría, una promesa urbanística incumplida, el espejismo de una ampliación de la ciudad según criterios racionales, la posibilidad de acordar número de alturas y altura total, e incluso materiales, técnicas constructivas y paleta de colores. Una isla de equilibrio, en definitiva, antes del mar de caos del desarrollismo soriano a base de edificios anodinos y discordantes que se retan a ver cuál tiene el medianil más gordo.

Empiezo a pensar que se trate de nuestro sino y haya que irse resignando a ver algún día urbanizado el Cerro de los Moros. No sería de extrañar que el promotor ya se hubiera fijado en esa parte del camino del Duero que se asemeja más a un paseo marítimo que a una vereda de Machado, y quisiera aprovechar la primera línea –próximamente sin trastornos olfativos– para levantar resorts con vistas a San Saturio. Igual en ese caso podría aprovechar la arena sobrante para acondicionar una playa con sus preceptivos chiringuitos.

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