El consumo de la trufa negra ha tenido una larga trayectoria a lo largo de la historia. Desde los egipcios hasta la actualidad su ingesta y creencias han ido variando de una civilización a otra. Te contamos cuáles han sido estas convicciones en una rápida clase de historia.
La temporada de la trufa negra ya ha empezado hace unas cuantas semanas, y se alargará hasta el 15 de marzo, aproximadamente.
Es raro que siendo soriano, no hayas probado este manjar, pues además de ser un producto de la tierra, también, en Soria, se hacen múltiples campañas gastronómicas para saborearla en sus diferentes versiones.
Y, aunque actualmente está considerado como el oro negro, no siempre fue así, pues la historia de este hongo ha pasado por muchas etapas, aunque, eso sí, en la mayoría de ellas lo han elogiado.
¿Quieres saber cuáles han sido estas creencias y quiénes las han consumido durante la historia? Pues, muy atento y atenta a esta clase de historia express.
El primer uso del que se tiene constancia es de 1.750 a.C., de la civilización Amorita, aunque, se conoce que, también fue utilizada por los egipcios, quiénes en ambos casos las consumían, eso sí, por las clases más altas.
Otros que también cataron este delicioso manjar fueron los celtas, quienes la utilizaban para elaborar pócimas, allá en el siglo IV a.C. Así mismo, se empleaba en rituales, pues los druidas estaban fascinados con el hecho de que saliese del interior de la tierra, pero más concretamente alrededor de sus árboles sagrados, por lo que además, le atribuyeron a este manjar propiedades curativas, e incluso, hasta poderes mágicos.
En ese mismo siglo, algo más al sur de Europa, en tierra griegas, el consumo de este hongo también se dió cerca del mar Egeo. Poco tiempo después, igualmente, el Imperio Romano decidió cocinar con él, y se empezó a considerar como un manjar divino, pues se tenía la creencia de que crecía allá donde caía un rayo.
Con estos datos, parece que la trufa siempre tuvo un buen lugar entre las sociedades. Sin embargo, fue en la Edad Media cuando estas creencias cambiaron completamente. La Iglesia lo consideró como un producto del demonio debido a que era considerado como seductor, pues se le atribuían propiedades afrodisíacas. A lo que se le sumó que el hecho de que viniese de la tierra no era del todo aceptado, pues el alimento estaba más cerca del infierno y más lejos del cielo.
Debido a esta convicción, se dejó de consumir y no fue hasta el Renacimiento cuando volvió a recuperarse para ofrecerse de nuevo en las mesas de los pudientes.
Afortunadamente, desde entonces, este valioso alimento no ha dejado de consumirse, e incluso se ha conservado su alto estatus, convirtiéndose en uno de los productos estrellas recolectados en la provincia de Soria y un manjar estrella de la cocina de alto nivel.