El proyecto 'Bécquer no es Bécquer', llevado a cabo por 7 estudiantes de la Universidad de Sevilla, destapa al hombre que existió detrás de este gran mito del Romanticismo español. Uno de los autores más prodigiosos de la literatura española que tenía una vida personal más que agitada.
Siempre que pensamos en Gustavo Adolfo Bécquer, se nos viene a la cabeza el arquetipo de poeta romántico español. Un hombre progresista y torturado por el amor que malvivió y murió de tuberculosis, una enfermedad fuertemente asociada con los artistas del Romanticismo. Sin embargo, cada vez más historiadores apuntan que esta es sólo la imagen que sus allegados crearon entorno a su figura después de su fallecimiento con 34 años. Según estas voces Bécquer era, en realidad, un hombre conservador, más preocupado por su vida sexual que por la amorosa, que antepuso el periodismo a la poesía para ganarse la vida y que podría haber muerto de sífilis en vez de tuberculosis.
Un siglo y medio después del fallecimiento de este emblemático poeta, un grupo de 7 estudiantes de la Universidad de Sevilla, decidieron impulsar el proyecto 'Bécquer no es Bécquer'. Coordinadas por la profesora Mercedes Comellas crearon una cuenta de Instagram, @therealbecquer_, en la que arrojan luz sobre su verdadera vida, culminando la iniciativa con una ruta literaria por Sevilla en el 153 aniversario de su muerte. "Nuestro proyecto se propone desmitificar la figura becqueriana y desligarla de la fabulación que pesa sobre ella y que ha construido el perfil más popular del poeta", explican en su cuenta de Instagram.
'Bécquer no era Bécquer' parece un título más que apropiado teniendo en cuenta que ni siquiera el retrato que aparece en todos los libros de literatura -y que ha servido para inmortalizar su figura- se parece a como era de verdad. "El retrato está inspirado en la forma en la que se hacían los retratos de los poetas románticos", detallan.
Su hermano Valeriano fue el encargado de pintar esta imagen romantizada, nunca mejor dicho, de Gustavo Adolfo. Él, en realidad, era así:
Los Bécquer llevaban la pintura en la sangre, algo que nos hace llegar a la segunda 'mentira' sobre el poeta que este proyecto atribuye al nepotismo: su nombre. Según la Real Academia de la Historia, la familia Bécquer llegó a Sevilla procedente de Flandes a finales del siglo XVI o principios del XVII. Gozaron de muchas décadas de bonanza económica, aunque cuando la fortuna se acabó, siguieron reivindicando el apellido flamenco Bécquer (que ya se había ido perdiendo) por el prestigio que les aportaba.
Además el padre del poeta, el 'maestro José Bécquer', fue un reputado pintor en su Sevilla natal. Así, Gustavo Adolfo también adoptó este apellido a modo casi de nombre artístico, quedando respaldado por su linaje familiar y abandonando sus verdaderos apellidos: Domínguez Bastida. ¿Era Bécquer un 'nepobaby'?
En lo que a su vida amorosa se refiere, el proyecto 'Bécquer no es Bécquer' considera que su vida personal era "más moderna que romántica", con numerosos amoríos y afición por la prostitución. "Las amantes que se le atribuyen no lo fueron como tal y se habla muy poco de la relación más larga que tuvo con Casta, su mujer", explican en el proyecto.
Aunque Casta Esteban es una figura reconocida dentro de la provincia de Soria, parece no haber pasado a la posteridad fuera de estas fronteras. "La mayoría de sus rimas podrían haber estado dedicadas a ella, pero apenas se la menciona, se dice incluso que no estuvo ni casado", añaden. Mantuvieron un matrimonio bastante moderno, como te explicamos en este artículo y se cree que ambos tuvieron numerosos amoríos con terceras personas. Los jóvenes se habrían conocido tras acudir el poeta a la consulta del padre de ella que, según algunos autores, era doctor de enfermedades venéreas.
Y es que sus relaciones más físicas que sentimentales terminaron pasándole factura, según sugieren en el proyecto, poniendo el foco sobre un poema en concreto. Apuntan a que el "veneno" del que habla Bécquer en esta rima es una referencia a una enfermedad de transmisión sexual que parecía no ser capaz de detener al poeta en su empeño de continuar con su ritmo de vida. Este texto, dicen, habría sido excluido de muchas ediciones clásicas de las Rimas.
Una mujer me ha envenenado el alma,
otra mujer me ha envenenado el cuerpo;
ninguna de las dos vino a buscarme,
yo de ninguna de las dos me quejo.
Como el mundo es redondo, el mundo rueda;
si mañana, rodando, este veneno
envenena a su vez ¿por qué acusarme?
¿Puedo dar más de lo que a mí me dieron?