La resistencia numantina sacudió al ejército Romano hasta sus cimientos, motivando la reconfiguración del calendario para tener más tiempo para planear las campañas.
Hace más de 2.000 años, gran parte de Europa contaba sus vidas en años de 304 días y 10 meses lunares. El calendario romano empezaba su año en marzo, ya que era cuando se decidían las campañas militares que, por cierto, bautizaron a este mes en honor al dios de la guerra, Marte.
Sin embargo, algo cambió cuando el implacable ejército romano se topó con una pequeña aldea en el centro de la península Ibérica. La conquista de Numancia comenzó en el 154 a.C. y los altos mandatarios no tardaron en darse cuenta de que sería un hueso duro de roer.
Por ello, en el año 153 a. C. decidieron tomar como inicio del año el día 1 de enero, en lugar del 1 de marzo, para tener más tiempo para planear las campañas militarias necesarias para vencer en las Guerras Celtíberas de la Península Ibérica. Una campaña en la que Numancia y su asedio fueron los grandes escollos.