OPINIóN
Actualizado 01/02/2024 11:42:40
Vanessa García

Artículo de opinión de Vanessa García, procuradora de Soria ¡YA!

El 27 de diciembre, la Fundación del Español Urgente (FundéuRAE) anunciaba que había elegido polarización como su palabra de 2023. El motivo principal, su gran presencia en los medios de comunicación durante el pasado año.

Esta palabra expresa la idea de separación en dos bloques de posiciones u opiniones enfrentadas. Algo habitual en la política, pero también en el mundo del deporte, en los debates furibundos de las redes sociales y, en general, en cualquier espacio en el que el desacuerdo sea frecuente.

En mis casi dos años en las Cortes de Castilla y León como procuradora por Soria, mis compañeros de Soria ¡YA! y yo tenemos que asistir al resultado de esta polarización que lo parte todo en dos, en un constante conmigo o contra mí que no beneficia a los ciudadanos a los que representamos, que no soluciona ningún problema, más bien al contrario. En nuestro parlamento autonómico se habla mucho, pero decir no se dice nada. Contemplamos un diálogo de sordos entre bloques en el que o todo es blanco o todo es negro, no hay matices ni espacio para el acuerdo, no existe afán ni voluntad de escuchar al otro. Hooliganismo puro. Esta división consigue que cualquier propuesta que no salga de la trinchera propia sea automáticamente rechazada y, a ser posible, ninguneada en medio de un sainete de escorzos, gestos, sobreactuaciones y faltas de respeto. Y el problema es que esto no sólo ocurre en las Cortes de Castilla y León, lo vemos en otros parlamentos, ayuntamientos, tertulias y en publicaciones “ocurrentes” de X. La clase política tradicional acepta la polarización como algo necesario, otra arma política, sin entender la irresponsabilidad de no rebajar el nivel de crispación al que estamos sometidos.

Cuando acabe el recién estrenado 2024 conoceremos la palabra seleccionada por la FundéuRAE para este año. Ojalá sea alguna que no denote separación, enfrentamiento, intolerancia, una palabra en positivo como acuerdo o concordia o pacto o diálogo o empatía o solidaridad o igualdad o convivencia,... Pero mucho me temo que, en este mundo peligrosamente absurdo que nos ha tocado vivir, son términos que están llamados a convertirse en arcaísmos, en palabras huecas con fecha de caducidad que ya no significarán nada. Espero equivocarme.

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