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PROVINCIA
Actualizado 10/03/2024 19:04:51
Encarna Muñoz

En Las Cuevas de Soria el segundo fin de semana de marzo es especial. Con la excusa de un día de fiesta, se homenajea un oficio que en el pasado sirvió de sustento para numerosas familias del pueblo. Este 2024 la tradición ha tenido que suspenderse, pero la fiesta se ha mantenido.

Hace no tantos años, cuando el frío del crudo invierno apretaba en las casas sorianas y no era posible encender el botón de la calefacción, era necesario trabajarse el calor de hogar. Los más afortunados y pudientes compraban carbón vegetal para encender sus braseros, los menos debían fabricar ellos mismos el cisco soportando el rigor de estos meses en el monte.

Así no solo calentaban a sus familias, también encontraron un modo de vida que mantuvo en pie a las localidades de la sierras de Inodejo y Cabrejas. Una de ellas fue Las Cuevas de Soria, perteneciente al municipio de Quintana Redonda, y sus vecinos e hijos del pueblo, descendientes de aquellos trabajadores del cisco, apostaron hace más de 25 años por recuperar el oficio y convertirlo en tradición para el disfrute de propios y ajenos.

Siempre durante el segundo fin de semana convierten el domingo en una fiesta con el monte como escenario y el cisco como protagonista. Alrededor del fuego se aprende, comparte y celebra, en una suerte de homenaje que va ganando popularidad. Este año no ha podido ser. El mal tiempo ha convertido en imposible la misión, aunque la fiesta con comida incluida se ha mantenido para el disfrute de todos. Se han elaborado rosquillas y migas, además de la obligada caldereta. Nadie ha quedado con hambre.

Laura Gallardo, una de tantas personas que dan esplendor al evento, explica a Soria Noticias que "es la primera vez que se suspende el trabajo". Afortunadamente, la tradición oral ayuda también a conocer lo que este 2024 no ha podido celebrarse, pero que sin duda volverá con más fuerza el año que viene.

Tradición única

Gallardo cuenta que todo comienza sobre las 09:30 horas. Caminando o en todoterreno, los cisqueros se dirigen al monte para endender una hoguera. No es cosa menor pues se calcula que está compuesta por entre 200 y 300 kilos de carrasca. Se seleccionan las ramas pequeñas y "con hojas", las únicas que sirven para realizar el cisco. Formando gavillas y entrelazadas, se van quemando lentamente. La técnica debe ser precisa ya que la combustión no debe arrebatarse. "Se echan hojas secas por encima para que el fuego se vaya apocando y no se queme el cisco", explica Gallardo.

Otro aliado necesario es el agua. Sirve para refrescar el suelo y evitar la propagación del fuego. El trabajo es arduo y los hombres, vestidos con monos azules, tienen que dar vueltas a las ramas y controlar el humo. Son ellos también los encargados de medir el momento oportuno para introducir el 'horguinero', una rama grande que sirve para remover las brasas y reducir así la temperatura del rescoldo. Con media hora de cocción el cisco quedará perfecto, pero será necesario más tiempo para que, ya frío, pueda colocarse en sacos.

Pocos son los que ahora utilizarán ese cisco en sus casas, pero Gallardo nos confiesa que "existen fábricas de embutidos que lo piden porque es perfecto para conservar sus brasas". Además de este uso, esta tradición sirve para limpiar el monte y evitar los incendios. Por eso, cada año lo hacen en un espacio diferente, debidamente anunciado desde el centro de Las Cuevas.

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