REPORTAJES
Actualizado 10/03/2024 21:48:42
Julio Martínez

Soria Noticias y la Excelentísima Diputación de Soria te ofrecen, de la mano de los doctores Julio Martínez Florez y Carlos de la Casa, un interesante viaje a los orígenes de la provincia descubriendo momentos históricos, que resultaron decisivos en la conformación de nuestro presente. Una serie de varios capítulos, como proyecto de conocimiento de la evolución antropológica y social de ‘lo soriano’. La historia de siempre contada como nunca.

La historia de una provincia es la sucesión de acontecimientos y de vida que están asociados a un territorio, tanto como la evolución histórica de una sociedad y de todos los elementos involucrados en dicha relación.

Es la historia de un territorio y de su gente, y surge de un compromiso político con el presente: de la necesidad de ‘historizar’ el vínculo entre una población que se reconoce como sociedad y una jurisdicción con la cual se identifica y que ha contribuido a componer su identidad. ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos?

Estas son preguntas que han acompañado al ser humano desde sus orígenes. Cuando hace años me incorporé al Hospital Santa Bárbara me llamó la atención el ‘caballito celtibérico’ y la referencia a la batalla ‘perdida’ de Numancia.

En la transmisión del conocimiento, al ‘grueso de la población’ los elementos simbólicos ligados al mundo celtibérico parecían ser la exclusiva referencia a la conformación de la identidad soriana. Pero un territorio, una provincia y sus gentes, no son una porción cualquiera en un mapa geográfico, ni consisten en la relación de un único acontecimiento histórico. Un territorio es, ante todo, el resultado de una continua relación histórica entre una sociedad en permanente cambio, el terreno que organiza y las instituciones con las cuales se ordena dicha relación.

Esta experiencia de la territorialidad no puede, ni debe, circunscribirse al recuerdo de un hecho aislado que -por si sólo- no permite expresar la conformación de una identidad ni representar la personalidad de una población, cuyo origen se pierde en “las sombras” de un pasado anterior a la propia aparición de los ‘hombres anatómicamente modernos’.

Hoy sabemos que antes de nuestra presencia, ‘homínidos’ parecidos a nosotros y de los que descendemos, ‘cazaban o carroñeaban’ elefantes y caballos, en las zonas pantanoso-lacustres de Torralba y Ambrona, en el Paleolítico Medio Antiguo, hace unos 400.000 años.

No podemos olvidar los trabajos científicos realizados por Argente, Jimeno, Carlos de la Casa, la misma y actual directora del Museo Numantino, Marian Arlegui, y muchos otros dedicados al conocimiento de diferentes momentos de la historia de Soria, pero la transmisión de estos conocimientos al conjunto de la sociedad me ha parecido siempre insuficiente. Hace algunas semanas, desayunando en la cafería ‘La Isla’ con mi amigo Juan Carlos, hablamos sobre la necesidad de que todos conociéramos estos elementos constitutivos de la historia de la región.

Resulta imposible establecer una secuencia continuada del relato y hemos de ceñirnos a pautas explicativas, con intención académica, que nos permitan exponer los diferentes ‘momentos’ y las cambiantes características de unas sociedades unidas por un proceso evolutivo que lleva del Paleolítico a la sociedad actual.

No tratamos tan sólo de volver nuestra mirada a los yacimientos de Torralba o de Ambrona, con su enorme riqueza paleontológica y antropológica; o al mundo celtibérico representado en Carratiermes, Tiermes o incluso Numancia; o a la necrópolis de Deza que nos permite conocer un mundo visigótico. Pretendemos explicar un ‘continuum’, una herramienta de integración, que permita establecer un proyecto de conocimiento sobre la evolución antropológica y social de ‘lo soriano’.

Los primeros sorianos

Hemos de establecer el ‘punto de partida’ en algún momento de hace 400.000 años. Un grupo de pre-homínidos, sin duda pertenecientes al conjunto del ‘Homo Heidelbergensis’, fabricantes de ‘instrumentos líticos’ según el modelo achelense, desarrollaban sus vidas en pequeños grupos familiares en la meseta soriana.

Gracias a la proximidad de Atapuerca y a las excavaciones realizadas en Soria, podemos concluir que esta especie, antepasada directa de los neandertales, que vivía del carroñeo, la recolección y probablemente la caza, era nómada, convivía en pequeños grupos familiares y fabricaba instrumentos en piedra. Probablemente, sirvió de transición entre el ‘Homo Antecesor’ descubierto en Atapuerca y el ‘Homo Neanderthalensis’ documentado también en tierras sorianas.

El descubrimiento de los yacimientos de Torralba y Ambrona, gracias a la remoción de terrenos motivados por la construcción del ferrocarril de Soria a Madrid, en las cercanías de Medinaceli (1888), nos ha permitido conocer aspectos de la ocupación de estos “seres humanos que, sin duda, fueron nuestros antepasados”. Los trabajos llevados a cabo por Enrique de Aguilera y Gamboa (1909-1913) y posteriormente por F. C. Howell (1960-1963) sacaron a la luz una “estación de caza o carroñeo”.

Por el momento, no ha sido aún posible rescatar restos esqueléticos humanos en dichos yacimientos, pero la extracción de elefantes, caballos, cérvidos e incluso algunos carnívoros (lobo, león...), asociados a una industria lítica achelense, junto con la proximidad a la estación de Atapuerca (Burgos) permite asegurar la presencia del ‘Homo Erectus’, del tipo ‘Heidelbergensis’, en las tierras sorianas.

Los trabajos de C. Sesé y E. Soto (Museo Nacional de Ciencias Naturales, CSIC) indican que la asociación de mamíferos es característica de un clima templado y relativamente húmedo, una tierra de medios forestales, zonas abiertas con praderas y terrenos con agua. La continuación de los trabajos en estos yacimientos (Pérez González y Santonja) confirman estas interpretaciones: “Los primeros ‘sorianos’ conocidos pertenecían a este grupo pre-humano”. Sin embargo, aún nos han proporcionado más datos: con la llegada de la glaciación Mindel empiezan a aparecer rasgos propios de los neandertales. Las transiciones entre heildebergensis, neandertales y sapiens no fueron producto de un reemplazo automático. Muchas evidencias demuestran que tenemos aún hoy genes neandertalianos. Nuestros antepasados se cruzaron entre sí.

El siguiente momento arqueológico se refiere a la ocupación del territorio en las etapas frías del Dryas I (abrigo de Deza) y del Dryas III (nivel II de Peña del Diablo), con una cronología que se extiende entre los 12.900 y los 11.700 años.

La aparición de los seres humanos anatómicamente modernos resulta un hecho probado. Los instrumentos líticos en los diferentes yacimientos sorianos nos permiten asociarlos al llamado periodo magdaleniense. Esta cultura magdaleniense puede considerarse como la primera civilización europea occidental, gracias a un gran aumento demográfico que se extiende por todo el continente europeo.

Fue una cultura de cazadores y su ‘presa’ más común en esta zona fue el caballo. Un lugar particularmente representativo de este periodo lo encontramos en el Valle del Río Henar. Alejandre, Vergara y Peña del Diablo demuestran la continuidad de poblaciones durante este tiempo (15,370, 14.000 y 10.700 B.P., respectivamente).

Sin embargo, los hallazgos se refieren a muchas otras zonas de Soria. Jimeno estudia una ‘placa’ hallada en el ‘Barranco Hondo’ (Villaba, partido de Almazán, interestadial Wurm III-IV, entre el solutrense y el magdaleniense, en torno a los 14.000 años). Alejandre Alcalde demuestra la presencia de una ‘habitación’ utilizada por una comunidad magdaleniense en el Paleolítico Superior de Majano de Borde (Deza, 10.760 B. P.). Para los periodos inmediatos que siguen al Paleolítico Superior hay un vacío en lo que a hallazgos se refiere.

Esta relativa ausencia de yacimientos hemos de considerarla como coyuntural y, sin duda, debida a la falta de investigaciones específicas en dicha zona. Sin duda alguna, podemos afirmar que tanto el ‘Homo Heildebergensis’ como el ‘Homo Neanderthalensis’, especies de homínidos anteriores a nuestra aparición, la de los ‘hombres anatómicamente modernos’, tienen representación en el ‘pool genético común’ de los sorianos.

Dicho de otro modo, también fueron nuestros antepasados. Parece pues probado que resulta posible investigar una línea continua de presencia pre-humana y humana en la planicie y en las serranías sorianas que parte del ‘Homo Heidelbergensis’ y llega a nuestros ‘abuelos’, incluidos ya en la plena prehistoria humana de la región.

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