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PROVINCIA
Actualizado 18/03/2024 20:56:38
Itziar Ortega

Cada Viernes Santo, Alcoba de la Torre recrea la Pasión de Cristo. Una representación con la que honra una tradición de sus antepasados que se perdió durante medio siglo.

Cuando llega Semana Santa, Alcoba De la Torre pasa de quince a un centenar vecinos. Un crecimiento de población que se debe a la tradición, la devoción y el arte. Y es que en este pequeño pueblo tiene lugar ‘La Carrera’, una recreación de la Pasión de Cristo que es ya uno de los actos más esperados de la Semana Santa soriana. Esta celebración, de origen incierto, desapareció con el éxodo rural, pero fue recuperada por un grupo de vecinos que se negaba a dejar que se perdiera una parte de su historia.

'Reestreno'

“Uno de los hijos del pueblo encontró el texto original y nos lo enseñó. La gente se ilusionó porque muchos habían participado en el teatro en su día. Se acordaban de cómo lo hacían e incluso de parte del texto, así que decidimos colaborar para volver a ponerlo en marcha”, cuenta Eduardo Aguilera, presidente de la asociación El Castillo, encargada de la organización. La idea surgió en verano de 1996 y desde la Semana Santa de 1997, sólo la pandemia ha podido detener ‘La Carrera’. Los vecinos se pusieron manos a la obra a preparar atrezo, vestuario, escenografía y efectos visuales, que han ido evolucionando y creciendo.

José Luis Martín Sastre es una parte imprescindible de toda esta maquinaria. Este director de teatro sanestebeño con amigos en Alcoba fue el encargado de adaptar la obra que se representaba tradicionalmente a un lenguaje más moderno, para facilitar la comprensión del público y de los intérpretes. Desde entonces, ha sido su director.

Preparación

El cuidado por el detalle de los alcobeños es minucioso y han ido puliendo técnicas escenográficas, juegos de luces y efectos especiales para sorprender a sus espectadores. Que parezca que Cristo está siendo clavado directamente a la madera, que sus heridas sangren, el levantamiento de las cruces o el ahorcamiento de Judas son sólo algunos de los momentos más impactantes. Y para mostrarlos todos y narrar uno de los relatos más famosos de la historia de la humanidad, sólo necesitan tres espacios y mucho trabajo duro. El Castillo, el Monte de la Calavera y el camino entre ambos sirven de escenario a los últimos momentos de Jesús con los apóstoles, la traición de Judas, los juicios, las caídas o la crucifixión.

Todos los vecinos se vuelcan y de hecho, según el director de la obra, lo más difícil es “juntar a todo el mundo para ensayar”. Todos conocen al dedillo su papel, pero cada año son más los amigos que se suman a la obra, así que su coordinación es todo un reto. Participan una veintena de actores con texto y entre setenta y ochenta figurantes, además de quienes se encargan de suministrar tentempiés calientes a los visitantes o de regular el aparcamiento.

La obra sigue creciendo y se costea con las cuotas de los socios de ‘El Castillo’, la aportación de la Diputación de Soria y el apoyo de Caja Rural. Además, acaban de recibir el premio Colodra de la institución provincial, una aportación económica extra que les permite seguir mejorando. Toda ayuda es bienvenida para sacar adelante una Carrera de la que disfrutan cada año entre 600 y 2.000 personas.

Herencia

Pero esta obra no es un simple teatro para los alcobeños. “Casi todos han participado ya en otros papeles o en los de su familia”, destaca el director. Uno de estos ‘herederos’ es Eduardo Aguilera, que asumió en 2013 de su padre el texto de Poncio Pilato, que le había pertenecido desde 1997. “Falleció unos meses después de verme hacerlo, así que fue muy emocionante. Dejó el listón muy alto y sigo pensando que él lo hacía mejor, pero tomar el relevo es un orgullo para mi madre y para todos los que le conocieron, es tan emocionante que es difícil de expresar”, cuenta Eduardo.

A pesar de que este papel es imprescindible, cada Viernes Santo todas las miradas están puestas en otro personaje: Jesucristo. “Ricardo era un niño que cuando comencé los ensayos hace 28 años se sentaba en mis rodillas porque tenía 4 años. Su abuela era una entusiasta y él creció interpretando distintos papeles, hasta que un día se atrevió a hacer de Jesús”, detalla José Luis. Así lo cuenta también el propio Ricardo García, que lleva 8 años asumiendo esta gran responsabilidad. No es fácil defender un papel tan importante, ni tampoco colgarse de una cruz para enfrentarse al frío de las noches sorianas. Y aunque reconoce que soporta “mucha presión”, no lo cambiaría por nada: “Me siento muy partícipe de nuestra tradición y no quiero abandonarla. Mi abuelo en su día también lo hacía por amor al pueblo”.

Los intérpretes que han asumido el papel de Jesucristo desde la recuperación de La Carrera se cuentan con los dedos de una mano y Ricardo “tiene el récord”. Se crió en el pueblo, pero ahora vive en Madrid y un mes antes de Viernes Santo reserva sus fines de semana para ponerse “manos a la obra” con los ensayos, igual que todos los alcobeños.

Cada representación homenajea, a la luz de las antorchas, a todos los que han luchado por esta tradición, emocionando y dando vida a un pueblo entero, como detalla José Luis: “Eso es lo bonito de La Carrera, que cuando les ves actuar recuerdas cómo lo hacían sus antepasados, los que ya no están. Es una tradición que les une a la tierra y a su pueblo, con nietos haciendo los personajes que hacían sus abuelos”.

Más imágenes del ensayo general de 2023 de 'La Carrera', a través del objetivo de María Ferrer, en este enlace.

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