OPINIóN
Actualizado 30/04/2024 12:49:08
Sergio García

La carta de Sergio García, director de Soria Noticias

Pedro Sánchez se queda. Diría que para sorpresa de nadie, pero durante estos días he visto a gente a la que yo considero inteligente creerse que iba a dimitir. Eso es que no se han leído el ‘Manual de resistencia’. No cabe en mi cabeza que una persona que ha aguantado, y ha hecho todo lo que ha hecho (si lo enumero me quedo sin artículo) para llegar al poder fuera a dimitir por unas diligencias de un juzgado de instrucción contra su mujer.

Se empeña Sánchez en presentarse como el mayor mártir de la democracia española. Insisten los voceros del mensaje oficialista en que nunca nadie había sufrido semejantes ataques. A Felipe González se le asignó el papel de ser la X de los GAL y se le decía que tenia las manos manchadas de cal viva, a José María Aznar se le llamaba asesino, deshumanizar lo llaman ahora, por la guerra de Irak y se le tiraban a la cara los muertos del Yak-42, y a Zapatero aún se le achaca haber llegado a Moncloa gracias al peor atentado yihadista de la historia de Europa. Pero estos ataques son diferentes, peores nos dicen porque esto es personal y Sánchez es un hombre profundamente enamorado de una mujer. ¡Ay, el amor…!

Entremos en materia. Hemos llegado hasta aquí por unas informaciones sobre las actividades profesionales de Begoña Gómez. Unas informaciones publicadas en El Confidencial, que dista mucho de ser un panfleto derechista o una pseudopágina web donde se publica cualquier cosa, por cierto. E informaciones que podrán ser constitutivas de delito (eso lo decidirá un juez) o evaluadas moralmente (eso depende de cada uno), pero que en ningún caso han sido desmentidas.

Con todo ello como telón de fondo, Pedro Sánchez se ha autoproclamado líder de un movimiento por la regeneración política de España. Una regeneración necesaria desde hace por lo menos 20 años y que España pidió mayoritariamente durante el 15M. Podemos y Ciudadanos canalizaron aquellas reivindicaciones y solo hay que ver lo poco que consiguieron y dónde están ahora.

Una regeneración política que va en el sentido opuesto de casi todo lo que ha hecho Pedro Sánchez durante estos 5 años en Moncloa. A saber: politización de la justicia, legislación para revertir decisiones judiciales, promesas incumplidas en temas clave, control de la radio y la televisión pública, presiones a los medios de comunicación privados, manipulación del CIS, cambios decisivos en política internacional sin buscar ya no el consenso, sino una mínima mayoría… Que todos los que le precedieron hacían lo mismo, seguramente pero no presumían de lo contrario y vivían en una sociedad que no era tan exigente como la actual.

Es evidente que el mundo luce ahora dominado por la crispación, la búsqueda de impactos (mediáticos y redes sociales) mediante el exabrupto y no la reflexión, las fakes news y la manipulación indecente de la realidad para adaptar a los relatos. Pero es un insulto a la inteligencia pretender, como parece querer hacer Sánchez y los suyos, hacernos creer que eso solo sucede desde un bando y hacia otro. Que solo manipulan los medios de derechas, que solo cuestionan la legitimidad de lo votado en los parlamentos los de derechas, que solo presionan a medios y tribunales las derechas y que solo usan el ataque personal las cuentas de derechas.

Llegados a este punto, un Pedro Sánchez mesiánico ha prometido enseñar al mundo cómo se defiende la democracia. Desde luego que tiene un gran concepto de sí mismo. Ha dicho que esto abre una nueva era, pero no ha planteado ni una sola propuesta, ni un solo proyecto o idea para limpiar el estercolero. De momento, ya pretende obligar a los españoles a elegir entre la democracia, que la encarna él, y el mal, que es todo lo demás. Un conmigo o contra mí de manual. Obligar a elegir, sin matices, sin grises, sin cuestionamientos; es una de las características por antonomasia de una relación tóxica.

Sánchez trata de canalizar el apoyo social, asegura que este fin de semana ha habido una “mayoría social movilizada” que solo parecer haber visto él, para afrontar su titánica, hercúlea y noble tarea de defender la democracia mundial. Uno, a quien la experiencia le hace ser mal pensado, apostaría por movimientos para supeditar, aún más, el poder judicial al ejecutivo e inventarse una ley de control de los medios de comunicación. Parece democracia, pero suena a autocracia. Porque, afortunadamente, la democracia va mucho más allá de ganar una votación por un escaño en un parlamento.

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