OPINIóN
Actualizado 29/05/2024 10:08:32
Sergio García

La carta de Sergio García, director de Soria Noticias

Aunque algunas decisiones actuales me lo pongan muy difícil (como el hecho de que ahora cuando buscas una dirección en internet ya no te salga Google Maps, o esa estupidez de pegar los tapones a las botellas de Coca Cola) siempre me he considerado un europeísta convencido. La Unión Europea siempre ha sido mi tema favorito en las clases de historia porque me fascinaba como, aparentemente de la noche a la mañana, pueblos que llevaban siglos y siglos de guerras descubrieron que si cooperaban la vida les iba a sonreír mucho más. Siempre he creído en las bondades del mercado común y en la necesidad de aunar fuerzas para seguir teniendo un papel relevante en el nuevo orden mundial. Y siempre me he sentido muy alineado, no hablemos ya de sus valores fundacionales como la igualdad, el estado de derecho o la dignidad humana, con ese aroma a pragmatismo que se desprende desde Bruselas.

Por eso, y por todo lo que se decide en las instituciones comunitarias, me disgusta que los partidos conviertan las elecciones europeas del próximo domingo 9 de junio en una batalla de política nacional. Obviamente, entiendo que las plantean así porque lo consideran la mejor opción para sus intereses, pero hurtan a los españoles de un interesante debate sobre lo que se decide en Bruselas, que condiciona sobremanera lo que luego se legisla en España. Cuartas elecciones del año en España, primeras en las que votan todos los españoles y con circunscripción única. Eso, en teoría da alas a los partidos más pequeños, y más este año que pasamos de 59 a 61 eurodiputados. Yo estaré pendiente del resultado de 3 de ellos.

El primero, obvio, Existe, la plataforma que agrupa al PUM+J con los partidos de la España Vaciada, incluida Soria ¡YA! En esta ocasión, suman votos pero pierden el tesoro de la circunscripción provincial. Todo apunta que el bipartidismo ha sabido maniobrar para convertir su existencia más en un canto de sirena, que en algo que haya venido para quedarse. Y estas europeas pueden demostrarlo. Luego está SALF, siglas de un nombre aún más pintoresco: ‘Se Acabó La Fiesta’. Es el partido de Alvise Pérez, el máximo exponente de estos microinfluencers (en términos políticos) que se manejan muy bien en redes sociales, y que es capaz de condicionar el debate público con unos discursos populistas, de extrema derecha, contra el sistema y plagado de noticias falsas y enfoques claramente tendenciosos. El último partido del que escrutaré los resultados será Izquierda Española, un partido jacobino que se presenta como socialdemócrata, contrario a los privilegios de los nacionalistas y a las políticas neoliberales, y en cuya lista aparece el ex vicepresidente de la Junta Francisco Igea.

Pero fuera de nombres y siglas, importa la política. Ahora mismo hay 3 o 4 ejes trasversales que centran el debate. El posicionamiento y el papel de la UE ante guerras como la de Ucrania y Gaza son clave para las sociedades europeas, y definen el papel de los 27 en un escenario internacional cada vez más complejo. El nuevo parlamento tendrá que decidir sobre una integración militar y sobre cuándo y cómo decir basta a sátrapas como Putin.

Con este escenario, la independencia energética y alimenticia enraíza con temas como la PAC, las nucleares o el ritmo de la transición verde. Las manifestaciones de agricultores y ganaderos por toda Europa -este mismo año- deben ser un sonoro toque de atención. Hace falta menos burocracia a los nuestros y más controles y exigencias a los que importamos.

Por último, está el gran tema de la inmigración. Sociedades como la francesa, la italiana o, en menor medida, la española, han dado muestras de saturación tanto en la capacidad de integración como en el sostenimiento económico de la misma.

Todo ello, y mucho más, se decidirá en un parlamento europeo donde socialistas y populares no tendrán mayoría absoluta. Donde los partidos más a la derecha (que agrupan desde euroescépticos a xenófobos, pasando por partidos únicamente conservadores o antiinmigración) amenazan con pasar a verdes y liberales por la derecha para ser tercera fuerza en la Eurocámara. Hay mucho en juego y, por eso, yo me voy a permitir la confianza de pedirle que lea, que piense y, sobre todo, que vote.

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