OPINIóN
Actualizado 06/06/2024 10:18:21
Vanessa García

Artículo de opinión de Vanessa García, procuradora de Soria ¡YA! en las Cortes de Castilla y León.

A los 18 años me tuve que ir de Soria con un nudo en el estómago. Todo aquel que haya vivido esta experiencia seguramente sabe de lo que hablo. Dejé mi tierra para estudiar en la universidad, destino: Valladolid. Un nudo que me acompañó cientos de horas en autobús por la maldita N-122, con una maleta y el deseo de volver como compañeros de viaje. Dejé mi tierra porque en Soria las opciones para cursar una carrera eran escasas. Nadie mejor que los sorianos sabemos lo que es salir de nuestra zona de confort. No salimos, realmente nos sacan. Nadie como los padres sorianos saben lo que es ver partir a una hija o un hijo, porque ese nudo también les une y estrangula de por vida.

Parafraseando la canción de La MODA, los sorianos somos emigrantes en nuestro propio país. Primero Valladolid y más tarde Madrid, Soria siempre estuvo presente. Tampoco desapareció la esperanza de regresar. Los gallegos lo llaman morriña. Los portugueses, saudade. Los sorianos deberíamos inventar una palabra propia. Pero este sentimiento poco a poco lo van mitigando el tiempo, la rutina, la nueva vida lejos de casa, las nuevas caras,... Ese nudo parece que lentamente se va desbaratando. Entonces, regresas unos días y compruebas que esa sensación pervive a la hora de marchar.

No hace muchos años, por fin pude volver a Soria. Un regreso lleno de ilusión. Pero todo seguía más o menos igual que cuando aquella adolescente dejó la casa de sus padres. Fue entonces cuando me di cuenta de que había que hacer algo, que no podía ser que, mientras en otros lugares la juventud goza de alternativas, que pueden optar a quedarse, en Soria apenas podemos elegir. Escuché el llamado de los Goyos y entré en Soria ¡YA!.

Y es que es cierto que en ocasiones hay que salir de posiciones acomodadas, mancharse y mojarse. Llevamos casi 50 años de democracia y los partidos de siempre no han hecho nada por Soria, más allá de su habitual palabrería, porque se lo permitimos. Pero eso puede cambiar, está en nuestras manos, sólo hay que querer hacerlo. Y el domingo 9 de junio es el día perfecto para empezar a desatar ese nudo.

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