SAN JUAN
Actualizado 28/06/2024 21:15:18
Encarna Muñoz

Israel Aparicio y Joselito de Córdoba se han reivindicado en la feria de San Juan. La jornada vespertina tenía sorpresa que alargaba el festejo hasta más allá de las 21:00 horas.

A las diez y media de la mañana se iniciaba este Viernes de Toros de San Juan la primera novillada sin picadores de las fiestas. Lleno casi, en los tendidos de San Benito que después se colmaba según avanzaba la mañana. Ni qué decir que ni un alfiler en el callejón.

En el paseíllo, tres voluntariosos de luces con desiguales resultados en los trofeos. Raúl Jerez, Ángel Otero e Israel Aparicio se encargaban de la lidia de erales de Herederos de Juan José Cano (Cáceres) y de Bella Lucía (Madrid).

El primero de los espadas, voluntarioso como sus compañeros de terna, no lograba suerte con el acero, con tres viajes y otros tantos descabellos para una labor que finalmente fue silenciada por el público. Casi lo mismo decir con su segunda intervención, donde la suerte lo le fue propicia con el acero, aunque finiquitaba al astado con el verduguillo al segundo intento.

Otero lograba meterse al público en el segundo del festejo, con buenas maneras y logrando finiquitar a su enemigo con el estoque a la primera, cortando dos orejas. No se puede decir lo mismo del segundo de su lote, fallando a espadas, lo que le hizo escuchar pitos del respetable.

Por su parte, Aparicio se convertía en el triunfador de la tarde. En su primero, quizá el más flojo de los hasta en ese momento lidiado, lograba una faena aliñada y acertando con el estoque, por lo que cobró un apéndice. En el que cerraba plaza, mejoró la lidia y tampoco erró en la suprema, lo que le hizo acreedor de dos orejas.

Animada mañana, algo fresca al principio y soleada, aumentando el calor en las gradas en un ambiente multitudinario ya a primera hora.

La tarde

Lleno absoluto en el Coso de San Benito para presenciar la corrida vespertina. Sin un hueco disponible, tampoco en burladero ni callejón, la expectación era absoluta para comprobar el manejo de los trastos de Nabil 'El Moro', Joselito de Córdoba y Alejandro Cerverón, los tres novilleros del cartel. Las esperanzas de seis cuadrillas estaban en sus manos y en sus muñecas, y lo primero era aclimatarse a las especiales características de la tarde.

El novillero marroquí de Pamplona rompía el hielo en 'La Chata'. Sorprendía durante la faena con Herranito, el novillo de la cuadrilla de San Juan. Inteligente y valiente, mostrando gran seguridad y templanza y sin dejarse impresionar en demasía por el ruido de alrededor. No obstante, la suerte de muerte le dejaba sin premio. Se le resistía la espada y, tras una infinidad de pinchazos, se llevaba varias pitadas de la afición.

Con ganas de resarcirse recibía de rodillas a Reposado, el novillo de El Salvador, que ha resultado flojo físicamente. Nabil ha reconducido la situación consolvencia fraguando una buena faena. Sellaba su participación en la feria de San Juan con una muerte rápida y limpia. Una oreja han sido el premio de la afición a un trabajo lucido.

Joselito de Córdoba se jugaba mucho en el albero soriano. El número cuatro en el escalafón se estrenaba con Sultán, eral de Santo Tomé. Sin demasiada suerte con el animal, que mostraba en ocasiones debilidad en los cuartos delanteros, ha deslumbrado con su torería durante los dos primeros tercios. La muerte se le complicaba y se quedaba sin tocar pelo.

Colillo, novillo de Santa Bárbara, era el quinto de la tarde. Ha acusado la falta de fuerzas desde los primeros compases de la lidia. El de Córdoba, sin embargo, se crecía, y con la muleta dejaba sobre el albero series templadas, ligadas, en redondo, y cuajaba al novillo de forma espectacular. Bordaba la faena usando todo tipo de recursos y la afición lo premiaba con dos orejas para salir por la puerta grande.

Varios incidentes se sucedían antes de la intervención del joven novillero Alejandro Cerverón. Acosado, novillo de San Esteban, salía al ruedo, pero pronto se sabría que debía ser sustituido. Antes de retirarse cogía a un joven imprudente que pagaba su gesto con un traslado al hospital. Finalmete conocería al novillero Rociero, un novillo sobrero de pelaje colorado y temperamento bravo. Cerverón se confirmaba como un aspirante a torero inexperto, pero aguerrido y con arrojo. Se atrevía incluso con las banderillas y con la muleta se mostraba más que solvente. Daba muerte al novillo a la primera y se ganaba una oreja.

Gallinilla de la cuadrilla de la Blanca era el novillo que cerraba el festejo. Cerverón le recibía a porta gayola levantando al personal y reivindicando sus ganas. Muy serio y compuesto delante del eral, no ha tenido suerte con la espada y se ha quedado sin trofeo y, por tanto, sin puerta grande.

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