Artículo de opinión de Alejandro Ramos, profesor universitario y secretario de NNGG Soria.
“Vamos a poner a España que no la va a reconocer ni la madre que la parió”. Hay que ver lo lejos que quedan estas palabras pronunciadas por Alfonso Guerra, allá por octubre de 1982, y lo cerca que se encuentra el sentido de esta alocución en el momento actual.
En cuestión de unos días, se pondrán en marcha las medidas de “regeneración democrática” y “consolidación de derechos” que prometió Sánchez tras su farsa introspectiva. Aunque lo realmente preocupante, es la realidad que se esconde detrás de estos eufemismos.
Está claro que, con el relato de los bulos, se pretende imponer la censura a los medios. Con el pretexto de cumplir el mandato constitucional, se quiere influir en la elección de los jueces. Y que no se nos olvide que, con la excusa de la pacificación, se concedieron los indultos. Con el relato de la concordia, se aprobó la amnistía. Y con la idea de pasar página y avanzar en el progreso, se pactó con los herederos de ETA.
Realmente, en estos momentos, las dos piedras en el camino de Sánchez son: la prensa libre y los jueces independientes. Por ello, el gobierno está ultimando un paquete de medidas para iniciar un proceso de “Maduración” que culminará con el control de la totalidad de los poderes del Estado: ejecutivo, legislativo y judicial, así como los medios de comunicación.
No se puede decir que son pseudomedios aquellos periódicos que informan sobre lo que incomoda. No se deben considerar bulos aquellas verdades que duelen. No se consigue nada llamando facha a todo el que no cambia de opinión constantemente. No tiene sentido construir un muro contra aquella parte de la sociedad que no está a favor de pactar con golpistas, etarras o prófugos de la justicia.
Atravesamos momentos difíciles. Pero, afortunadamente, Sánchez pasará y España seguirá.