La carta de Sergio García, director de Soria Noticias.
Han pasado 3 semanas de las Elecciones Europeas, tiempo que en otras épocas sería aceptable para un análisis sosegado pero que en nuestra sociedad de lo vacuo y lo inmediato parece una eternidad. Aun así, me niego a no compartir con ustedes una pequeña reflexión pues, como comentábamos el mes pasado, en estas elecciones se deciden muchas cosas que nos afectan y, lo que es más importante, se fijan las ideas y los marcos económicos, ideológicos y geoestratégicos hacia los que iremos como sociedad.
La nueva Unión Europea se parece bastante a la vieja, pero más escorada a la derecha. Y no hablo de esa supuesta ola de los partidos ultras sino del reforzamiento del centro derecha. Más allá de los Países Bajos, Portugal o Suecia, en una veintena de los 27 países miembros ha ganado la derecha tradicional (España, Alemania…) o la ultraderecha (Italia, Francia…).
Esto encaja a la perfección con la idea, cada vez más implantada, de que los partidos de izquierda han abandonado a las rentas bajas y a las clases trabajadoras. Los ciudadanos que ven empeorar año a año su calidad de vida y para los que llegar a fin de mes comienza a ser una proeza pese a tener un trabajo ‘normal’, encuentran en el discurso de la extrema derecha si no una solución sí a alguien que, al menos, habla de sus problemas.
Estas elecciones nos recuerdan que, cuando las cosas del comer no están aseguradas, el resto de preocupaciones o principios son fácilmente prescindibles. Ese es el mensaje que mandan los electores europeos. El otro es que hay que pisar el freno en las políticas migratorias y que es necesario replantear el modelo de integración que ha fracasado estrepitosamente en países como Francia, Bélgica y hasta en Suecia.
Una parte, aun pequeña pero creciente de la sociedad, no ve la migración como una oportunidad cultural ni demográfica, sino como un peligro para su identidad y su seguridad. No ve la lucha contra el cambio climático como algo necesario para garantizar el futuro del planeta, sino como una forma de las élites de introducir burocracia, control e impuestos en su vida. No ve el feminismo como la búsqueda de la igualdad y la abolición de injusticias históricas, sino como una ruptura de la igualdad ante la ley. Los partidos mayoritarios tienen que asumir eso (para alinearse con ello o para combatirlo) y cuanto más tarden en hacerlo, menos mayoritarios serán.
Por el momento, la mayoría de gobierno en la UE salva los muebles. Los verdes en retroceso no serán necesarios, las ultraderechas en ascenso tampoco. Y el PP europeo tendrá más peso en las mayorías y más presiones externas e internas para dejar mayor impronta de sus políticas. De la coalición con liberales y socialistas, hace 5 años los populares eran el 40% y desde ahora el 47%. La nueva UE se parece mucho a la vieja, pero necesita escuchar a sus ciudadanos si no quiere saltar por los aires dentro de 5 años.