En 1936 los más de 300 moradores de La Muedra se vieron obligados a abandonar sus hogares y sus enseres de vida por la construcción del pantano de La Cuerda del Pozo. Los vecinos tuvieron que conformarse con indemnizaciones por parte del Gobierno de aquel entonces y con la condición de trasladar el cementerio a un lugar próximo con la garantía de que las aguas no cubriesen las sepulturas de los familiares finados. Algo que así se hizo, aunque el paso del tiempo llevó a que el nuevo recinto funerario quedase, en cierto modo, abandonado. Ayuntamiento de Vinuesa, Diputación y Junta, con el respaldo de los municipios de Molinos de Duero, Salduero y El Royo, lugares donde los desplazados emprendieron su existencia, han materializado un lugar de recuerdo y para mantener una memoria donde la generosidad y el sacrificio fueron alabados en aquellos tiempos.
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