CAPITAL
Actualizado 13/10/2024 20:48:51
Encarna Muñoz

Además, aunque "al principio cuesta", aseguran que se puede aprender la técnica "en cualquier momento". Ellos avisan: "Es una cosa que engancha", pero añaden que "es algo bueno para hacer en pareja porque a nuestra edad lo de hacer el amor cuesta un poco".

El XVI Encuentro de Encajeras de Bolillos de Soria estuvo este 2024 igual de animado que en sus ediciones anteriores. La plaza Mayor de la capital se quedó pequeña ante el desembarco de centenares de manos expertas que llegaban con el entusiasmo de mostrar, compartir y aprender.

Soria Noticias tuvo el placer de hablar con varios de los participantes para comprobar la razón del éxito de una convocatoria que parece que nunca pasa de moda. Los kilómetros no son un problema para ellos. Vinueron a Soria desde Tarragona, Pontevedra, Asturias, Navarra, Zaragoza... Bien temprano cogían sitio en las mesas instaladas en el corazón de Soria y desplegaban sus labores para "presumir" de lo que son capaces de hacer sus manos.

La gran mayoría eran mujeres y, como ellas mismas decían, "mayorucas", pero asegurabann que los bolillos "no tienen sexo ni edad". Josep María Andreu, Antonio Esteban y Daniel Molina son tres ejemplos de esta afirmación. Son hombres y estuvieron perfectamente integrados en el encuentro.

Sus trabajos no tienen nada que envidiar a los de sus compañeras de mesa. Josep María Andreu llegó de Reus junto a su mujer. Contó que comenzó a hacer bolillos "hace 25 años" como una actividad más en pareja. "Primero jugamos a las cartas y luego nos ponemos con la labor porque a nuestra edad ya cuesta un poco hacer el amor", confesaba entre risas. Para los que están sintiendo la llamada y piensan en iniciarse tiene un mensaje tranquilizador: "Es fácil aprender porque es todo mecánica: girar, girar y pinchar; girar, girar y pinchar".

Nos presentó a su amigo de faena. Antonio Esteban tiene 73 años y vino de Zaragoza, también acompañando a su mujer. Expresó que "la otra opción, cuando ella viene a los encuentros, es irme al bar y esperar a que termine", pero él escogió "meterme en el sistema" y ahora "me conocen en media España". Sus trabajos son "diferentes". Él mostró tapetes de "los que se hacían en la mili" y se le veía encantado de que le preguntasen por ellos. "Aquí no se viene a trabajar, se viene a dejar tu labor encima de la mesa y a saludar", nos confesó.

Por último, conocimos a Daniel Molina. Él era la rara avis del encuentro. Además de ser hombre, es joven. Tiene 23 años y su idilio con los bolillos comenzó durante unas vacaciones familiares a Camariñas (Galicia). "De allí me vine cargado y comencé a practicar haciendo marcapáginas con vídeos de Youtube", recordó. Se ha ido rodando en este tipo de encuentros y cada vez muestra labores más complejas. Coincidió con una compañera que apuntaba que "si lo pruebas es como el fumar o la droga, te enganchas".

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