OPINIóN
Actualizado 30/10/2024 11:16:12
Enrique Rubio

Enrique Rubio, desde Berlanga para Soria Noticias.

Se han escrito muchas páginas hablando de la relación que un profesor de francés, llegado a nuestra provincia a principios del siglo pasado, tuvo con estos lugares. Pero probablemente nadie sabe lo que él pensaba, antes de cantar nuestra Soria, acerca de estas tierras celtíberas de espliego, aliaga y tomillo. De enebro, pinos, chopos y carrascas.

Dominada desde las cumbres de Urbión, bañada por las aguas del padre Duero en las que antes se inspirara para leyendas abarbacanadas por el Moncayo, donde vertió rimas otro sevillano y seguir por una raya que nos une a Aragón. Seguramente el paisaje que vio al llegar a nuestra provincia le inspiró, al menos, para escribir el poema que reza en la fachada de la estación de tren de Almazán. Hablaba de un “Otro viaje de ayer por la tierra castellana”, mientras por la ventana veía entonces y podría ver ahora un paisaje homogéneo, que no monótono, paisaje que siempre ha sido mucho más que un paisaje, paisaje el rural que tan sólo se entiende sabiendo que es fruto de una forma de vida.

El paisaje de esta esquinita de la meseta en la que habitamos, además de con la diversidad nos regala con no dejar indiferente. Para hablar en primera persona, tengo que hacerlo de las tierras del sur de la provincia, básicamente pastos y cereal, interrumpidos por pinares resineros y enebros.


Y aquí es donde nos dicen, “que aquí todo es difícil”, “que estamos lejos de todo”. Aunque resulta paradójico lo de estar lejos. Más todavía ahora que tanto se habla del consumo de cercanía o del kilómetro cero y nos alejamos cada vez más de los centros de producción de nuestros productos básicos de consumo. No sólo agrícolas, forestales y ganaderos que han sido nuestro motor económico durante siglos, sino también de los eólicos y solares que nos dicen que lo serán durante los siglos venideros.

Decía ese profesor de francés cuando escribía sobre Soria:

Un buitre de anchas alas con majestuoso vuelo
cruzaba solitario el puro azul del cielo.
Yo divisaba, lejos, un monte alto y agudo,
y una redonda loma cual recamado escudo,
y cárdenos alcores sobre la parda tierra.

En el alto cerro ahora puede que esté produciendo megavatios un molino eólico y sobre los cárdenos alcores esté proyectada una planta de energía solar que sumará flujo eléctrico a las nuevas vías de evacuación, que unirán las lomas redondas una tras otra. Todo ello fruto del imparable progreso y necesidad de demanda energética de aquellos lugares que sea sitúa muy lejos de este kilómetro cero nuestro, algunos en los que ni tan siquiera están permitidos los parques eólicos. Tan lejos, que incrementa su precio un 30% respecto a lo que ese megavatio costaría en caso de ser consumido donde se produce.

No piensen que estoy en contra de cualquiera de estas o de otras fuentes de energía renovable, nada más lejos de la realidad. Pues por suerte, muchos de nuestros pueblos disfrutan de una bola extra en forma de rayo de sol o viento y quizá pronto alguna otra vía para tener una inyección económica con que fomentar su desarrollo.

Lo que me parece triste es ver, como no se potencia que se aproveche esta circunstancia para favorecer que empresas demandantes de energía se asienten en nuestra provincia, pues además de otros encantos, tenemos la energía y calidad de vida a cero kilómetros de nuestros pueblos. Este año se han cumplido 112 años de la publicación de Campos de Castilla.

Quizá ese 112 sea la llamada de emergencia para darnos cuenta del peligro que corren estos nuestros campos donde la implacable globalización no duda en exprimir, para después no mirar lo que deja. Recordando en su devastación demográfica a la de los primeros tiempos del milenio pasado, donde musulmanes y cristianos arrasaban de parecido modo al que hacemos ahora propios y extraños. Los foráneos porque aquí encuentran su recurso fácil y nosotros obligados porque no son muchas las oportunidades que nos dejan.

Puede que sea el momento de recordar los tristes versos del profesor de francés sevillano cuando decía:

Castilla miserable, ayer dominadora envuelta entre harapos hoy desprecia cuanto ignora.
¿Espera, duerme o sueña?

Así pues, ya que las ayudas al funcionamiento son limitadas quizá las ayudas a ser más ecológicos y consumir energía de kilómetro cero sean una buena posibilidad para dejar de esperar y despertar. Cómo diría aquel profesor: “ caminante no hay camino, se hace camino al andar”.

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