OPINIóN
Actualizado 27/11/2024 13:01:53
Patxi Irigoyen

La quinta columna, de Patxi Irigoyen, para Soria Noticias.

Sólo quedan unos pocos, para llegar a los cuarenta años de antigüedad con que los vecinos de la zona de Rota de Calatañazor y alrededores llevan pagando su osadía de vivir en un entorno donde la noche, sobre todo en tres días de semana, se hacen absolutamente insoportables.

Y que conste que hay períodos de tiempo en que se respira normalidad, o al menos casi lo más parecido a ella: las noches de domingo, lunes, miércoles y algunos martes mientras no haya fiesta de algunos universitarios que, aprovechando el período de estancia en nuestro país se acercan a la noche soriana del modo más llamativo pero más habitual: la calle, y más en concreto la calle Rota de Calatañazor.

No sé si es lógico o no, pero las administraciones públicas están, entre otras, para resolver problemas que se plantean en nuestra sociedad. El análisis de estos problemas que han de resolver parece hacerse de modo rápido, pero las soluciones no terminan de llegar. Sabemos de modo sobrado que un mayor control desde los establecimientos que expenden las bebidas podría ser un punto importante para frenar los escándalos que los vecinos sufren, pero lo cierto es que los bares no gritan, no rompen cristales, no destrozan espejos de vehículos, y no dejan excrementos en la calle, en los portales, o en cualquier rincón de la vía pública sin el menor de los escrúpulos.

Vivir en la zona de Rota implica tener el corazón en un puño. Me lo cuentan los vecinos y es verdad: en sus portales se hace de todo, y dormir en horario nocturno, cuando todos estamos obligados a descansar, se hace casi imposible en estas viviendas que, por supuesto, pagan todos sus impuestos como todo vecino y no tienen porqué soportar el incumplimiento de las normas que se produce de una manera deliberada y, casi casi, admitida.

Se sufre en San Juan porque está cerca de la plaza de toros; se sufre en los fines de semana porque sale el personal y no tiene medida en su forma de hablar, gritar, chiflar o pasar con el coche, el camión o las motos. Y esto, como decía la canción, así de día en día….

La policía, tanto local como nacional, ha sufrido también en sus carnes el cambio social de comportamientos en la Rota. Ningún agente de orden público se atreve a frenar los impulsos de los bárbaros en solitario. Yendo varios compañeros se hace complicado, porque dos son excesivamente pocos, pero cuantos más vayan actualmente más parece que el desembarco se hace excesivo, en vez de pensar que son lo único que evita el escándalo. Sólo que las normas, al parecer, han bajado el nivel de exigencias, y la aplicación de las mismas parece no hacerse con el rigor necesario.

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