El consejero de la Presidencia, Luis Miguel González Gago, hace entrega a los empleados públicos de la Junta de Castilla y León en Ávila de 77 distinciones concedidas por su jubilación.
“Sois el corazón y el cerebro de esta Administración, que hacen funcionar todo el engranaje administrativo con vuestro trabajo, talento y capacidad”. Así ha iniciado González Gago su agradecimiento a todos los empleados públicos al servicio de la Junta de Castilla y León, algunos de los cuales, como cada año, reciben un reconocimiento por el cumplimiento de años de servicio o por su jubilación. Este año, el consejero de la Presidencia ha presidido este acto en la Delegación Territorial de Ávila, donde ha entregado personalmente 77 de estas distinciones al mismo número de trabajadores a los que les ha llegado el momento de jubilarse.
Tal y como ha recordado el consejero, el Estatuto de Autonomía de Castilla y León, en su artículo 12, recoge que los ciudadanos de esta Comunidad Autónoma tienen derecho a relacionarse con una Administración capaz de transmitir toda la información suficiente sobre los servicios a los que pueden acceder, así como al tratamiento imparcial de los asuntos que les conciernan y a la resolución de los mismos en un plazo razonable.
Estos derechos, entre muchos otros, están garantizados gracias al trabajo que realizan los empleados públicos de la Junta de Castilla y León en su día a día. En este sentido, González Gago ha hecho referencia al concepto de ética profesional, dado que “los empleados públicos deben distinguirse por el servicio en su trabajo profesional ordinario de gestión pública”, tal y como establece la Constitución Española al caracterizar dicho servicio como la esencia de lo público.
El consejero ha enumerado algunos de los valores que conforman esta ética pública, mostrándose convencido de que son valores que comparten todos los empleados públicos. De cara al trabajo para el ciudadano, González Gago ha citado como principales valores la integridad y la neutralidad, para servir al ciudadano al margen de conflictos de intereses o de preferencias ideológicas; la dedicación y la transparencia, para comprometerse con las tareas que tienen asignadas, motivando todos sus actos y procedimientos; la iniciativa y la receptividad, para proponer mejoras en los métodos de trabajo al mismo tiempo que se muestran receptivos con las propuestas de los ciudadanos; la cooperación a la hora de trabajar en equipo, y la responsabilidad a la hora de asumir y corregir los propios errores. Por último, el consejero ha querido poner en valor la ejemplaridad que deben tener todos los empleados en su labor de servicio, al ser la cara visible de las entidades públicas y, por tanto, quien define la apreciación social del trabajo de la Administración: un trabajo orientado al ciudadano, cuya atención debe ser atenta e individualizada.
En el plano más interno de la función pública, el consejero también ha señalado la importancia de mantener la lealtad institucional, es decir, del compromiso con los intereses generales que la Administración está atendiendo. Además, ha resaltado la importancia del uso racional y eficiente de los recursos que dicha Administración pone a disposición de los empleados públicos.
En definitiva, este reconocimiento general ha ido acompañado no solo de un agradecimiento por el trabajo del día a día, sino también de la toma de conciencia de que, en palabras de González Gago, “los empleados públicos hacéis de puente entre los comportamientos legales, que constituyen vuestro actuar ordinario, y la consecución de la excelencia en el servicio público, que supone ir un paso más allá, y ese ha de ser nuestro objetivo principal”.