CAPITAL
Actualizado 11/01/2025 14:19:57
Ana Barbero

Durante el viernes 10 y el sábado 11 de enero, la coach y experta en inteligencia emocional Pilar Farelo impartió una charla y un taller en los que explicó qué es la socialización de género y cómo influye en la inteligencia emocional.

¿Quién no ha oído alguna vez lo de “no llores, que eso es de niñas” o “los niños son fuertes y las niñas más sensibles”? Estos comentarios, que a priori parecen inofensivos, son, realmente, ejemplos de la socialización de género, un proceso mediante el cual los individuos aprenden y adoptan las normas, roles y comportamientos considerados apropiados para su sexo en una determinada sociedad. Desde que somos pequeños, recibimos cierta información por parte de nuestra familia, la escuela, los medios de comunicación, entre otros, que refuerzan las expectativas relacionadas con lo que se espera de hombres y mujeres. Este proceso contribuye a la construcción de identidades de género y puede perpetuar estereotipos y desigualdades entre los géneros.

Esta educación influye directamente en nuestras emociones. Las diferencias en cómo gestionamos las emociones aparecen desde pequeños, cuando nos “empiezan a dar una serie de instrucciones sobre cómo inhibirlas”. Estos mensajes se incorporan sin que seamos plenamente conscientes de ellos, pero su impacto es profundo. Un niño al que se le diga constantemente que no debe llorar, puede terminar con dificultades para expresar su tristeza o su miedo cuando sea adulto. Por otro lado, las niñas reciben el mensaje de que no deben mostrar enfado, lo que a menudo afecta a su capacidad para establecer límites o defender sus propios intereses. Aunque no siempre lo identificamos como una instrucción emocional, esta socialización “influye de manera significativa en cómo manejamos nuestros sentimientos”.

Las consecuencias de esta socialización de género pueden ser duraderas. Cuando llegamos a la adultez, todo lo que hemos aprendido puede generar dificultades en el autoestima, la asertividad y la empatía. “Si algo no lo expreso de forma adecuada, se enquista y puede derivar en un resentimiento”, explica Pilar Farelo, coach experta en inteligencia emocional. Y es que, cuando la sociedad no nos permite expresar nuestras emociones de manera libre, las relaciones interpersonales pueden verse gravemente afectadas. Por ejemplo, explica que cuando “el enfado, si se utiliza de manera saludable, nos permite marcar límites claros. Si no aprendemos a gestionarlo, nuestras relaciones pueden volverse tóxicas o desequilibradas”.

La solución para revertir este proceso, señala que, se encuentra principalmente en una educación emocional más inclusiva, que no haga distinciones entre los géneros. “Las emociones son universales y no deberían depender del sexo de la persona”. Sin embargo, la socialización de género nos enseña a gestionarlas de manera diferente. “La construcción social de esas emociones tiene que desaparecer”, afirma Farelo. Aunque aún queda mucho por hacer, cada vez se dispone de más información y se está trabajando para romper con estos patrones.

Así lo mostró Pilar Farelo, en la charla que impartió en el centro Gaya Nuño, donde se analizó cómo la socialización de género afecta nuestra capacidad para gestionar las emociones. Además, durante el día de hoy, también ha impartido un taller en el que los asistentes han podido explorar cómo las emociones más influidas por esta socialización, como el enfado, pueden ser gestionadas de manera más saludable, ayudando a las personas a recuperar su bienestar emocional y a vivir relaciones más equilibradas y auténticas.

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