OPINIóN
Actualizado 05/03/2025 10:19:00
Enrique Rubio

Desde Berlanga, Enrique Rubio para Soria Noticias.

Hace pocos días, coincidiendo con la época en la que se acaban de podar las viñas, se ha inaugurado la iluminación del camino de bajada a las bodegas de Atauta. No puedo por menos que acordarme de Adolfo Tomás, Fito, quien desde su trabajo de agricultor siempre ha estado comprometido con este conjunto etnográfico, con el mantenimiento de su propia bodega tradicional y poniendo en valor el resto de las construcciones horadadas hace cientos de años. Mucho antes de ese 1878 en que la filoxera visitó nuestro país por Girona, Málaga y la frontera portuguesa de nuestro Duero en lo que parecía un ataque por tierra mar y aire, y que unos cuarenta años después se cebaba con nuestra ribera soriana y el resto de viñedos de la provincia, pareciendo tener como objetivo el destruir parte de nuestra cultura y tradición, además de acabar con un importante sustento económico para muchas familias y casi privándonos hasta de la posibilidad acabar con los festejos etílicos.

Por suerte, en el lugar del que hablamos no llegó esta peste, quizá por fortuna o por aquello de que estamos tan aislados que esa enfermedad extendida a nivel mundial no llegó a afectar a unos viñedos, que hoy con la etiqueta de prefiloxéricos, se han convertido en abanderados de la vitivinicultura de una comarca y de una provincia.
Quizá todo se deba a los caprichos de la globalización, pues hace muchos años que todo va en función de ella y cómo la gestionamos, adaptándonos a ella como podemos. Antes, pescábamos cangrejos autóctonos en nuestros ríos y ahora hacemos lo propio con los americanos o con los señal. O con las luciopercas. Y es que cada vez es más evidente que el aleteo de una mariposa puede cambiar los designios de algo o alguien situado al otro lado del planeta. Cambios como los de las señales de algunos de nuestros pueblos que aparecen dadas la vuelta, y supongo que a más de uno de ustedes les ha sorprendido como a mí. Al poco tiempo venía su explicación por lo que se veía en la prensa, sobre las protestas sobre todo en Polonia, Bélgica y Francia. Para los que vivimos en un lugar con áreas a las que no llegó la filoxera, la verdad es que no me quedaba claro si era inquietante o no una cuestión como esta, en la que la geopolítica parece ser la que lleva la voz cantante sobre la canción entre la Unión Europea y Mercosur, que según como nos la cuenten puede parecer un bolero o una milonga.

Este acuerdo se comenzó a gestar en el año 2000, pero hasta 2019 no concluyó las negociaciones, y quedaron estas estancadas hasta que vuelve a tomar relevancia en 2023. Según este tratado, se eliminan las barreras de bienes y servicios para los 450 millones de habitantes de la Unión Europea y los 270 de Mercosur. Los avances en la implantación de este tratado han sido impulsados por Úrsula Von der Leyen en medio de una situación política inestable, tanto en Alemania como en una Francia donde el espíritu reivindicativo en todo lo que atañe al campo se ha visto muchas veces manifestado, y Macron se muestra como firme oponente a la firma de este tratado, pese a que su debilidad ayuda a que sea posible la firma. Firma, que se llevaría a efecto a menos que cuatro países de la Unión Europea, que supongan el 35 por ciento de la población, se opongan a ello.

Saltando nuestras fronteras, aparece la figura rejuvenecida de Donald Trump, quién con sus desestabilizaciones políticas parece afectar a muchos de los intereses de la Unión Europea y hace más necesario este tratado, que en el momento de su negociación coincide con la presidencia uruguaya en Mercosur, y no parece querer esperar a la de Javier Miley, con quién pese a estar a favor de este tratado, la Unión Europea no tiene una relación sencilla. Además, la expansión China a nivel comercial por América Latina es otro factor a tener en cuenta y que cada vez cobra más protagonismo. Los países que más apoyan este tratado por el lado europeo son Alemania, Portugal y España, y supondría la desaparición gradual de los aranceles entre ambos bloques que ahora están entre el 10 y el 35%; y en cuanto a la industria automovilística bajarían los aranceles del 35 al 25% para las exportaciones de vehículos europeos, lo cual sería un alivio frente a la competencia China.

La Unión Europea dice en el tratado que se garantizan las 350 indicaciones de origen europeas y las 220 de Mercosur, además de implementar medidas para fomentar el comercio y la inversión entre ambos bloques y la participación en licitaciones públicas en igualdad de condiciones.

Visto todo esto, las principales dudas que surgen sobre todo en el sector agrario son referentes a la igualdad de condiciones para participar en el juego de este mercado, puesto que las normativas en materia de bienestar animal y uso de elementos fitosanitarios no son las mismas. Por ejemplo, la remolacha azucarera cultivada en España no puede tener nicotinoides pues estos afectan a las abejas, y esta circunstancia no está contemplada en los países del Mercosur. Además, dentro de este tratado, y quizá sea por ello por lo que de Greenpeace se opone, en el etiquetado no se contempla advertir de si los productos tienen origen en tierras deforestadas como puedan ser las del Amazonas.

La verdad es que este es un tema como para darle algunas vueltas sin correr demasiado, una bajada a las bodegas de Atauta quizá nos ilumine para saber si es bueno o no. Si perjudicará a nuestro medio de vida o será una oportunidad para reinventarnos. El tiempo lo dirá.

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