Artículo de opinión de Sergio García, director de Soria Noticias.
Esto que usted tiene ante sí no es la sección de opinión del Washington Post. Afortunadamente. Afortunadamente para usted, digo. ‘El Post’ es uno de los periódicos más leídos, respetados e influyentes del mundo y su actual propietario, Jeff Bezos, ha decidido que su sección de opinión deje de ser un escaparate de diferentes enfoques. Considera el fundador de Amazon que internet ya cumple con esa misión y ha pedido a su nuevo editor jefe que los artículos que su publiquen en su sección de opinión sean en defensa y apoyo de la libertad individual y de los libres mercados.
Independientemente de lo cerca que pueda estar uno de esos dos postulados, es una mala noticia que alguien influyente decida que solo quiere escuchar, leer en este caso, lo que le es cómodo. Es, sin duda, un fiel reflejo de nuestros tiempos y de la nueva sociedad que han generado las cámaras de eco de internet. Jeff Bezos es el más interesante de esa triada de milmillonarios de la tecnología con la que se ha aliado Donald Trump para imponer su ley del más fuerte. Le acompaña Mark Zuckerberg (el dueño de WhatsApp, Instagram y Facebook) que ya descubrió sus nulos reparos a usar datos personales recabados de forma turbia para influir en procesos electorales y que ha realizado una sonrojarte y veloz metamorfosis de ‘WOKE a ‘MAGA’, y Elon Musk (dueño de Tesla, la antigua Twitter y la empresa de viajes espaciales SpaceX), que proviene de una familia blanca sudafricana que se hizo millonaria explotando en Zambia una mina de esmeraldas. Los mandamases de Google, de la mayor inteligencia artificial, Open IA, o de la china TikTok también arroparon a Trump en su investidura. Son, seguramente, las personas con más poder en toda la historia de la humanidad.
Pero decía que Bezos es el más interesante de estos hombres que acumulan un poder económico y tecnológico tan grande como para cambiar el mundo con una simple, y tal vez impulsiva, opinión. Bezos sí es la encarnación del sueño americano, del empresario exitoso que comenzó en un garaje vendiendo libros y ha acabado con la mayor y más optimizada tienda del mundo. Bezos fue un visionario y, durante años, fue visto como alguien con buenos principios que quería cambiar el mundo y ayudar a las personas. Por ello, cuando compró el Washington Post, muchos lo celebramos al entenderlo como un mecenas que apostaría por la libertad de expresión.
Pero el poder, mucho más que el dinero, atraen y corrompen a partes iguales. Y si alguna vez Bezos fue ese filántropo y ese humanista de buenas intenciones, poco queda de ello ahora. Ahora, unido a esa triada ebria de poder, prometen poner el mundo patas arriba sin complejos ni principios para seguir demostrando que la ley del más fuerte sigue vigente y que el más fuerte continúa siendo Estados Unidos.
Me gustaría hablarles de Ucrania y de cómo Europa debe respaldar a Zelenski con todo lo que tenga, de la trampa en los balances fiscales de Trump al excluir todos esos servicios tecnológicos que USA exporta al mundo o de cómo y porqué la economía china no es tan grande como dicen. O cómo me preocupa Marruecos y sus pretensiones sobre territorios españoles en el nuevo mapa mundial. O hacer pedagogía sobre lo injusta que es la quita autonómica que propone el gobierno de Pedro Sánchez o comentar el marrón que tiene Carlos Martínez con el leonesismo o del enésimo trampantojo en 20 años en forma de estudio de viabilidad que condena al tren soriano. Me gustaría hablarles de tantas cosas que necesitaría estas dos páginas y alguna más. Pero les he dicho que esto no es el Washington Post así que lea opiniones distintas y fórmense la suya. Seguramente será equivocada, pero al menos, será la suya.