La localidad sanestebeña celebra con entusiasmo y participación vecinal uno de los rituales más emblemáticos del calendario festivo tradicional, adaptando las antiguas costumbres a los nuevos tiempos sin perder su esencia.
Un nutrido grupo de vecinos participaba activamente esta semana en la pingada del mayo en Quintanilla de Tres Barrios, una celebración que este año se trasladaba de fecha debido a la coincidencia con el día de la Concordia en San Esteban de Gormaz, municipio al que pertenece dicha población. La tradición consistía en la izada de un chopo de 25 metros de altura, cuidadosamente seleccionado entre los ejemplares de mejor porte de las márgenes del arroyo de la Estacada.
Antes de proceder a la pingada, los participantes desmochaban las ramas del árbol, dejando únicamente el penacho superior, para posteriormente ubicarlo en el centro de la plaza Mayor. Esta tarea requería gran pericia y destreza, especialmente por la proximidad del tendido eléctrico, aunque los vítores de los asistentes servían como aliento para lograr el propósito.
La celebración mantenía su esencia pero incorporaba algunos cambios respecto a épocas pasadas. Antiguamente, el corte y transporte del árbol se realizaban durante la noche y mediante un carro tirado por los mozos del pueblo con tesón y valentía. En la picota se colocaba una botella de licor y una bolsa de naranjas, y los jóvenes competían por trepar hasta lo más alto del chopo embadurnado de grasa para hacerse con estos premios.
En la actualidad, en lo alto del mayo ondeaba una bandera que permanecería allí durante todo el mes. Otra diferencia significativa era que antes el protagonismo recaía exclusivamente en los mozos, mientras que ahora participaban personas de todas las edades, convirtiendo la tradición en un evento más inclusivo y comunitario.
Antiguamente, una vez finalizado el mes, el chopo se subastaba y con el dinero recaudado se organizaba una merienda entre la cuadrilla de mozos. Este año, la comida comunal tenía lugar el primero de mayo, consistente en una parrillada para reponer fuerzas tras el corte matutino del árbol y como preparación para la pingada de la tarde, a la que se unían todos los vecinos que deseaban participar.
Los mayos tenían un origen que se remontaba a antiguas civilizaciones como fenicios y griegos, coincidiendo con el primer día del mes del renacer de la primavera. En sus inicios, estas celebraciones tenían connotaciones rituales totémicas dedicadas a la divinidad primaveral o a los árboles. En Hispania se adoraba a la diosa Bona Dea, Maya o Fauna, que encarnaba la fertilidad en la mitología romana.
Con la llegada del cristianismo, surgían celebraciones como la Cruz de Mayo, el día 3, que reemplazaban los tótems sagrados como símbolo cristiano. Sin embargo, cada pueblo donde se mantenía esta tradición conservaba sus peculiaridades propias, enriqueciendo así el patrimonio cultural inmaterial de la provincia de Soria.