Soria Noticias habla con B.B., una empleada de la factoría que Siemens Gamesa tiene en la localidad soriana de Ágreda. Prefiere no dar su nombre, pero comparte con nosotros un crudo testimonio. Dejó todo por la empresa una vez y ahora teme por el futuro.
"Fatal, muy mal". Con estas palabras cargadas de angustia, resume la tormenta emocional que atraviesa una trabajadora de la factoría agredeña Siemens Gamesa que prefiere no dar su nombre aunque nos deja sus iniciales: B. B. Para ella, y a pesar de haber dedicado más de 20 años a la compañía, el presente es una espiral de incertidumbre y el futuro, una página en blanco que teme leer. Es la segunda vez que vive una situación similar, un deja vu amargo en el que, asegura, "vuelves a revivir lo que pasó y piensas que se podía haber evitado". La pregunta resuena en su cabeza y en la de muchos compañeros: "¿Por qué de nuevo?".
B. B., a sus 58 años, se enfrenta a un panorama desolador que no solo la afecta a ella, sino a toda una plantilla y, por extensión, a la vida de Ágreda y su comarca, donde Siemens Gamesa es un pilar industrial. La compañía, un referente en el sector de las energías renovables, atraviesa momentos complicados tras el fallo detectado en su modelo de nacelle, y la amenaza de 70 despidos y un ERTE para el resto de trabajadores (176) se cierne sobre sus empleados. "Somos siempre los mayores damnificados sin comerlo ni beberlo", lamenta nuestra protagonista, reflejando un sentimiento de impotencia y vulnerabilidad que se palpa en el ambiente.
La raíz del problema, según la veterana empleada, no reside en la plantilla, sino en decisiones empresariales y fallos técnicos. "Nosotros no tenemos la culpa de que la máquina que tiene un fallo de diseño haya sido un fiasco", afirma con rotundidad. Esta convicción se agudiza con el recuerdo de que "los trabajadores sabíamos perfectamente que iba a ocurrir así". Una premonición que ahora se materializa en una crisis que golpea directamente a quienes, desde su perspectiva, menos responsabilidad tienen en su origen.
La "falta de información clara por parte de la empresa" agrava la angustia. "No hay un plan industrial", denuncia B. B. Y las promesas de retomar la actividad al 100% en 2027 les suenan huecas. "¿Sabemos si después de estos dos años va a volver a funcionar todo muy bien?", se pregunta. También reclama más información sobre el presente, pues asega que "tampoco sé si yo estoy en la lista de los que se van a ir dos años al paro o me voy a ir a la calle". Una situación que, según se desprende de sus palabras, afecta a muchos trabajadores.
Estos meses de tensión han dejado una profunda huella en el bienestar de B. B. y sus colegas. "Te metes en la cama y te viene la situación a la cabeza", describe, aludiendo a noches de insomnio y preocupación constante. La vida personal se ve inevitablemente afectada, porque "todo el mundo lleva un bagaje, el que no tiene una hipoteca tiene un hijo en la universidad". Además, cuenta que el ambiente en el trabajo es "tan tenso" que también está afectando la moral y la productividad.
Y la principal preocupación de B. B. es que la unidad que se ha mostrado en la concentración por el empleo acabe saltando por los aires: "Unos piensan, yo me tengo que quedar porque llevo más tiempo, tú que llevas menos tiempo te tienes que ir; y el otro responde que lleva menos tiempo pero es más joven", esgrime.
La historia de B. B. con la compañía es también una historia de adaptación. Originaria de La Rioja, su vida dio un vuelco cuando la planta donde trabajaba anteriormente, en Miranda de Ebro, cesó su actividad. Decidió reubicarse en la factoría agredeña "con toda mi familia". Empezó de nuevo en un lugar, por aquel entonces, extraño, apostando por una estabilidad que ahora se tambalea.
La perspectiva de tener que "comenzar otra vez de cero" a sus 58 años es un golpe difícil de asimilar. La voz se le quiebra al contemplar esa posibilidad. "No lo sé. Por favor, no quiero ni cuestionármelo", repite, casi como un mantra para alejar un fantasma. Es el miedo a perder no solo un empleo, sino un proyecto de vida construido con esfuerzo en tierra soriana.
Mientras el futuro de Siemens Gamesa en la localidad sigue en el aire, la pregunta de B.B., "¿Por qué?", sigue resonando. Su valentía al compartir su vivencia con Soria Noticias ofrece una mirada íntima al drama personal que viven muchos trabajadores, una realidad que merece ser escuchada y atendida. La esperanza se aferra a la posibilidad de que la situación se resuelva de la mejor manera posible, evitando que más familias tengan que enfrentarse al abismo de "comenzar de cero" y buscando soluciones que aporten estabilidad a la región.