La quinta columna de Patxi Irigoyen para Soria Noticias.
No hay día que pase sin que, de una forma u otra hablemos de la sanidad pública. Está en todas las conversaciones de salón. Con la premura de querer que nos atienda un profesional de la medicina, y con la lista de espera que un día sí y otro también va creciendo de manera incluso desproporcionada.
Los mandatarios públicos, y sobre todo el en torno que se mueve junto a los sanitarios -de todas las titulaciones-, andan a la desesperada pero se lo toman mejor que los ciudadanos, necesitados cada día más de un nuevo orden en la formación, en la selección del personal, y sobre todo en la adjudicación de unas plazas que cada día están más desocupadas, y con ello más descontroladas.
Un profesional de la sanidad en nuestro complejo hospitalario puede tener cinco, diez, quince o incluso veinte contratos temporales diferentes en un corto espacio de tiempo. Se contrata, cuando hay posibles profesionales para ello, a base de sacar una plaza dos, cuatro, cinco días o una semana. Y volver a empezar. Y busca y no encuentres. Y, a cambio, otros servicios sanitarios de comunidades autónomas vecinas pueden encontrar, porque además de ofrecer mejores condiciones, manejan un importante presupuesto en comparación con el nuestro. Y ello incide en todo; pero, por encima del resto, por los ciudadanos que a la postre llegan a esperar meses y meses sin tener la certeza de si su problema va a ser posible resolverlo.
No ha sido una sino bastantes, las veces que se ha llegado tarde. Y la culpa hemos de buscarla fuera de nuestro alcance. Sin dudarlo, la culpa no está en la consulta del médico ni en el centro de salud que nos corresponde. No está en el equipo médico que pudiera llevarnos, ni en el error que se haya podido cometer: el error radica en todos los estamentos, solo que poco a poco dicho error se va haciendo más grande, más hondo, y termina con el agujero que nadie queremos tratar.
La radioterapia va a llegar a Soria, o incluso para algunos ya ha llegado. Con ello se evita que doscientos sorianos tengan que desplazarse a Burgos -en el mejor de los casos-, porque nosotros no teníamos esa especialidad. Y ocho profesionales serán contratados para llevar a cabo esta actividad. Tapamos otro agujero. Se ha tardado pero ahora miraremos hacia adelante, porque de nada vale mirar hacia atrás.
Pero, antes de analizar un poco todo esto, creo que es de recibo poner en su sitio al personal que trabaja en nuestro complejo hospitalario. El Mirón y Sta. Bárbara llevan un ritmo de trabajo frenético todo el año, todos los meses, todos los días y a todas las horas. Y, sea como sea, todo el mundo sale atendido de allí. Y, un día más y una hora más, se rinde a máximo nivel con el mínimo personal. Hace escasos días estuve en urgencias: era domingo por la tarde. Había más pacientes en el servicio que personas paseando por el Collado. Claro que hubo que esperar a que todos estuvieran atendidos, y para que tuvieran la atención, pero habríamos de pensar quién atiende también al profesional que sale sobresaturado de atenciones, de cuidados, y de caras (algunas de ellas, desgraciadamente) malas.