Artículo de opinión de Vanessa García, procuradora de Soria ¡Ya!
En el nuevo Mapa Concesional de autobuses que presentó el Ministerio de Transportes, la provincia de Soria pierde 33 paradas y una línea (a Calahorra). No importa que sean el único medio que tienen los vecinos de nuestros pueblos para llegar al médico, hacer gestiones o simplemente hacer la compra. Porque alguien en un despacho de la Castellana ha decidido que no compensa parar donde hay pocos viajeros.
A esa decisión le llaman "racionalización", pero para Soria aYA! tiene otro nombre: abandono. El mismo abandono con el que se han suprimido, a golpe de presión política, paradas del AVE en Castilla y León para llegar un poco antes a una ciudad de 300.000 habitantes. Lo pidió Abel Caballero, alcalde de Vigo, y lo consiguió. Renfe dijo que no, al principio. Pero al final, sí.
Quizá lo más preocupante es que mientras unos exigían, otros se apresuraban a justificar. Carlos Martínez, alcalde de Soria y secretario general del PSOE en Castilla y León, calificó de "lógica" la exigencia de su compañero de siglas. No defendió los intereses de Medina del Campo, ni Zamora, ni Segovia. Ni una palabra para recordar que Castilla y León ya ha cedido bastante. La reclamación de Caballero le pareció razonable, aunque por las protestas ahora recoja cable. Tampoco se le ha escuchado criticar el recorte de 33 paradas de autobús en Soria, más bien lo contrario.
Esa es la diferencia entre quien pelea por su tierra y quien prefiere no molestar. ¿Imaginan a Abel Caballero aceptando sin más que se supriman trenes a Vigo para mejorar horarios en León? Yo tampoco. Pero aquí, en lugar de exigir respeto, algunos se esfuerzan en quedar bien con su partido y su jefe.
No es solo perder servicios, es perder peso político. Si un territorio con más habitantes pide algo, lo consigue. Si lo pedimos desde aquí, se nos ignora. Somos pocos y hace tiempo que dejaron de contar con nosotros.
Castilla y León no pide ser más que nadie. Pide no perder lo poco que tiene. Pide que no se justifique el recorte de servicios. Pide que alguien, de una vez, ponga pie en pared y diga basta. Nosotros lo hacemos cada día, es cuestión de prioridades.