DEPORTES
Actualizado 05/06/2025 09:51:29
Adriana Ovejero

Tras la derrota del pasado domingo ante el Teruel, el CD Numancia agotó sus últimas opciones de ascenso a Primera RFEF. Se cierra así una temporada para el olvido, la quinta consecutiva lejos del fútbol profesional desde el descenso en 2020.

Lo que parecía una temporada con rumbo firme terminó convirtiéndose en un naufragio emocional. La derrota del CD Numancia en Pontevedra marcó el principio del fin de un curso que ha acabado de la forma más cruel posible. Cuando todo apuntaba a una prórroga, un disparo de Carlos González en el minuto 87 estuvo a punto de cambiar la historia y hacer vibrar a toda Soria. Pero el destino tenía otros planes.

En el minuto 90, el colegiado señaló un penalti a favor del Teruel que dejó helado a todo el numantinismo. El gol acabó con el sueño rojillo, y con él, las ilusiones de una ciudad entera que, por segundo año consecutivo, se queda a un suspiro de regresar a Primera Federación. Lágrimas en los ojos, el corazón en un puño, y una sensación amarga que ya se ha vuelto demasiado familiar.

Con la temporada ya finalizada ,y de la forma más dolorosa posible, el CD Numancia se prepara para una nueva etapa marcada por los cambios. El mercado de verano será movido en las oficinas de Los Pajaritos, donde las salidas y llegadas de jugadores ocuparán buena parte del día a día. Se espera una profunda reestructuración de la plantilla, con decisiones importantes por tomar tanto en lo deportivo como en lo institucional.

Aunque los jugadores son la cara visible del club y, sin duda, los principales responsables que deberían haber culminado el ascenso del Numancia, la verdadera solidez del equipo debería construirse desde la base. Sin unos cimientos firmes, estaba claro que el destino final del conjunto soriano no iba a ser el esperado ni deseado por todos los numantinos.

En este sentido, una de las personas más cuestionadas es la figura de Álex Huerta, que pese a no contar con experiencia previa, ocupa el cargo de director deportivo, tal vez por ser un hombre de la casa. Su gestión se refleja en fichajes desacertados como los de Teijeira o Dani Fernández. Además, el césped ha demostrado que el planteamiento de plantilla no se ajusta a las necesidades reales del Numancia. La plantilla se ha quedado corta por momentos, a los jugadores les ha costado mantener la intensidad durante los 90 minutos. El reflejo definitivo de esto último fue el pasado domingo contra el Teruel tras cambios por molestias físicas (Cristian Delgado, Góngora...) que terminaron dejando un once muy limitado para el tramo final del partido... y de la temporada. Todo ello, con el agravante de contar con uno de los presupuestos más altos de la categoría en ambas temporadas.

Del mismo modo que ocurre en otros clubes, varios futbolistas del equipo se enfrentan al difícil equilibrio entre el sentimiento de pertenencia y el rendimiento deportivo. Aunque es positivo que los jugadores sientan orgullo por la historia del club y el escudo que representan, lo que debe primar por encima de todo es el rendimiento, la efectividad en el campo y la consecución de objetivos fundamentales. Un ejemplo claro es el de Bonilla. A pesar de haber firmado una buena primera vuelta y consolidarse como uno de los jugadores más destacados del equipo la pasada temporada, en este tramo final no ha logrado alcanzar el nivel esperado, lo que ha dificultado cumplir los objetivos colectivos. Algo similar ha ocurrido con fichajes que generaron una gran expectación por su potencial y que parecían destinados a liderar el tan ansiado ascenso, como es el caso de Carlos González. Sin embargo, su rendimiento no ha estado a la altura de las expectativas, y la ilusión que despertó su llegada en el mercado de invierno se fue desvaneciendo con el paso de las jornadas. Eso sí, el canario demostró en el último partido ser un jugador diferencial. Quizás el estilo de juego tampoco le haya beneficiado.

En cuanto al banquillo, Aitor Calle asumió el mando tras la salida de Javi Moreno. Su llegada, avalada por una destacada trayectoria en el Sestao, supuso una bocanada de aire fresco y renovó las esperanzas de luchar por el ascenso. No obstante, la realidad ha sido distinta. Una actitud excesivamente conservadora y el temor a cometer errores han condicionado en gran medida el rendimiento del equipo. En varias ocasiones se le ha reprochado no salir a por los partidos con la ambición necesaria. Mención a parte merece lo sucedido ante el Compostela, a domicilio, donde se dejó escapar un 0-2 en los últimos cinco minutos, o contra el Llanera, que remontó dos tantos en el descuento. A esto, se suma la sensación de conformismo en encuentros clave, como la vuelta del playoff ante el Getafe B, también en Los Pajaritos o toda la eliminatoria final contra el Teruel, donde pareció fiarlo todo a no encajar un tanto durante 210 minutos.

Todo ello ha contribuido a que el equipo pierda ese instinto competitivo tan imprescindible en los momentos decisivos. La falta de valentía táctica y de agresividad en el planteamiento ha terminado por pasar factura, dejando al equipo sin la chispa necesaria para marcar la diferencia en una categoría tan exigente, donde cualquier mínimo error puede resultar decisivo.

En medio de una temporada complicada, no faltaron actuaciones destacadas que dieron esperanza y demostraron el talento presente en la plantilla. Jugadores como Óscar de Frutos mostraron constancia y entrega, siendo un recurso fiable tanto en defensa como en ataque. Cristian Delgado aportó energía y dinamismo en el centro del campo, mostrando capacidad para generar juego y conectar con los delanteros. Moustapha se convirtió en una pieza clave, con su imponente presencia física y habilidad para recuperar balones, aportando equilibrio al equipo. Por último, Sanchidrián destacó por su empuje y visión de juego, dejando momentos de buen fútbol que animaron a la afición y a sus compañeros. Estas actuaciones individuales, aunque no siempre se tradujeron en resultados, sirvieron para mantener viva la ilusión y evidenciar que la plantilla cuenta con futbolistas con potencial para construir un mejor futuro.

A pesar de las dificultades y el final amargo de la temporada, la afición del Numancia ha demostrado una vez más su pasión inquebrantable y su apoyo constante al equipo. Los seguidores rojillos han sido el alma que ha mantenido vivo el espíritu numantino en cada partido, animando en las buenas y resistiendo en las malas. Ahora, más que nunca, el club necesita que esa pasión se transforme en impulso para la reconstrucción y el regreso a la categoría que todos anhelan. Para ello, serán fundamentales y necesarios la creación de una base sólida que permita construir un proyecto estable y duradero, capaz de devolver al Numancia al lugar que merece.

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