La carta del mes de junio de Sergio García, director de Soria Noticias.
Tal vez usted ya no se acuerde porque vivimos en un mundo donde los grandes escándalos duran apenas 4 horas. La verdad parece no importarle a nadie y los actos rara vez tienen consecuencias. Un mundo donde en ocasiones tengo que bajar la cabeza y dar la razón a esos amigos que han decidido 'desconectarse» y olvidarse por completo de las redes, la actualidad, las noticias y, sobre todo, la política. Decía que es probable que no se acuerde, pero cuando escribo estas líneas se cumplen dos meses del gran apagón que dejó a España sin luz durante 10 horas. En el colegio nos enseñan que las historias tienen una introducción, un desarrollo y un desenlace. Esas serían las narraciones de antes, las de ahora solo tienen dos momentos, que en realidad es uno, la explosión y el olvido.
No hubo introducción, nadie (del común de los mortales) se enteró de los riesgos que suponía apostarlo todo a la energía solar, ni del preocupante aislamiento que sufre la red eléctrica española al no estar interconectada, por motivos políticos, con nuestros vecinos de Francia.
Por eso, cuando se fue la luz aquel lunes recién superadas las 12:30 horas, todos pensamos lo mismo: ¡Un ciberataque! Rusia, Israel, Estados Unidos, Marruecos..., los hackers pidiendo una recompensa... Nadie en su sano juicio podía pensar que un país desarrollado y puntero en materia energética podría irse a negro así como así, sin que pasase nada excepcional, sin ser atacado desde fuera. Todos. A negro. No una ciudad o una zona, no. Todos y todo, a negro. Maravilloso sistema.
La explosión, el desarrollo, fue como todo en este país. Politización y memes. Unos aprovecharon para criticar al Gobierno, otros a las nucleares y los más se limitaron a hacer cuatro bromas y a ir al bar antes de que se acabase la cerveza fría. Afortunadamente, fue por la mañana y en un día soleado y caluroso, pero tampoco creo que tengamos que dar las gracias por haber vivido esa magnifica experiencia. Los más golpeados por el ', la gestión nefasta de la DANA de Valencia y ahora esto que, aunque sin llevarse decenas de vida por delante, nos hace preguntarnos qué país hemos construido y si de verdad estamos preparados para el día a día, o somos un trampantojo a punto de caer cual castillo de naipes.
El desenlace, la conclusión ni está ni se espera. Sabemos lo que pasó, pero no por qué pasó. No sabemos quién es el responsable, ni a quién pedir explicaciones, ni si se han tomado medidas para que esto no vuelva a pasar. ¿Vamos a instalar reguladores de capacitiva en las plantaciones fotovoltaicas? ¿Vamos a quitarnos de una vez el mantra de la nuclear y apostar por ella como un «backup» de garantía económico y sostenible? ¿Pintará algo el debate energético en la próxima campaña electoral o seguiremos hablando de mamarrachadas? ¿Dejaremos algún día de colonizar empresas y sectores con cargos políticos? Como ven, las dudas son, como el apagón, energéticas y políticas.