La Casa de Espiritualidad clausura este ciclo con una eucaristía fue presidida por el obispo Abilio Martínez Varea, en un evento que consolida a la villa burgense como un referente de espiritualidad internacional.
La Casa de Espiritualidad diocesana de San Pedro de Osma concluye una nueva edición del Mes de Ejercicios Espirituales según el método de San Ignacio de Loyola. La iniciativa, que se ha desarrollado del 10 de julio al 10 de agosto, consolida a la villa burgense como un punto de encuentro para la reflexión espiritual a nivel internacional.
Por cuarto año consecutivo, la localidad se ha convertido en un refugio para el retiro y el discernimiento durante el periodo estival. La convocatoria ha reunido a un total de 23 ejercitantes, incluyendo sacerdotes, seminaristas, religiosas y laicos, que han dedicado un mes completo a la introspección.
Los participantes, procedentes de diversos puntos de España y de Hispanoamérica, han buscado en este retiro un espacio para “discernir con calma y profundidad la voluntad de Dios sobre sus vidas”, tal como detallan desde la organización del evento.
Esta tanda de Ejercicios ha sido organizada por el Instituto del Corazón de Cristo, una institución que promueve este tipo de retiros espirituales. La dirección de esta edición ha estado a cargo de los sacerdotes José María Alsina, de la archidiócesis de Toledo, y Manuel Vargas, de la diócesis de Getafe.
La celebración de esta cuarta edición confirma la buena acogida de la iniciativa y afianza a la Casa de Espiritualidad de San Pedro de Osma como un lugar de referencia para quienes buscan un retiro prolongado y profundo.
El broche final a este mes de retiro fue la Misa de Clausura, que fue presidida por el obispo de Osma-Soria, monseñor Abilio Martínez Varea. Según fuentes de la organización, el obispo ha querido “hacerse presente y cercano” un año más con esta iniciativa.
Durante el acto, los directores de los Ejercicios agradecieron a monseñor Abilio la “acogida tan generosa” que la diócesis de Osma-Soria ha mostrado siempre hacia este evento espiritual. Tras la eucaristía, el encuentro se prolongó con una cena fraterna con todos los participantes.
En este ambiente distendido, los asistentes pudieron compartir sus experiencias y desear al prelado un feliz y fructífero ministerio en su nuevo destino como obispo de Ciudad Real.