La histórica tradición de la cantería en Golmayo pervive gracias a la obra de sus últimos maestros artesanos. Este artículo sirve para reconocer el trabajo y la memoria de Fortunato y Eugenio Martínez Romera, junto a Alberto Valero Ruiz, los últimos canteros. Un legado de décadas que ha dejado una huella imborrable en incontables rincones de la provincia de Soria y que mantiene viva una de las principales señas de identidad del municipio balaguero.
Hablar de Golmayo es hablar de canteros. Durante generaciones, el trabajo de la piedra no solo fue una de las principales actividades económicas del municipio, sino que llegó a forjar su propia identidad. La fama de sus artesanos quedó recogida en diversos escritos, como el artículo 'Golmayo Al Mercado de cerdos' de José Alfonsetti para la revista Recuerdo de Soria, donde se mencionaba de pasada "la fuente que hizo el cantero de Golmayo", dando por sentada la excelencia de su origen. Tal es la conexión que, incluso hoy, algunas búsquedas en internet sobre gentilicios españoles asocian a la localidad los términos 'golmayeros', 'balagueros' y 'canteros'.
En la actualidad, esa tradición ha evolucionado. La explotación industrial de la piedra es visible en la gran cantera gestionada por la empresa Construcciones Esteban, ya que la actividad artesanal ha quedado lamentablemente tan solo como residual. A pesar de ello, el pueblo puede presumir todavía a día de hoy de la obra de sus últimos canteros: los maestros Alberto Valero Ruiz y los hermanos Eugenio y Fortunato Martínez Romera. El recuerdo a su trabajo es, sin duda, un homenaje obligado para quienes enriquecieron no solo a su localidad, sino también a toda la provincia gracias a un oficio aprendido de sus padres.
El Ayuntamiento de Golmayo nos ayuda a recordar cómo dibujaron un mapa de la provincia de Soria, saltando de una obra a otra, de un escudo a una fuente, de un capitel a una chimenea. Sus trayectorias son un homenaje vivo a todos aquellos que llevaron el nombre de Golmayo por todo el territorio y que unieron, para siempre, el nombre del pueblo al de cantero.
Nacido en Golmayo el 26 de febrero de 1933, Fortunato Martínez Romera creció en el seno de una familia de canteros. Fue su padre, Alejandro, quien le introdujo en el oficio, un trabajo que ha desempeñado desde que, como él mismo decía y se recoge en un texto del Consistorio balaguero, "tiene uso de razón". Sus obras, realizadas en solitario o junto a su hermano Eugenio, se reparten por toda la geografía soriana. Aunque afirmaba que "mucho ha llovido" y la memoria no alcanza a recordarlas todas, su legado es inmenso.
Entre sus trabajos más destacados se encuentran:
Alberto Valero Ruiz nació en Golmayo el 4 de octubre de 1933, también en una familia vinculada a la piedra. Su padre, Pablo, fue un reconocido maestro que le enseñó los secretos del oficio. Alberto recordaba con orgullo que su progenitor fue uno de los canteros que construyeron la fuente de la plaza de Golmayo. Con apenas 15 años, comenzó a trabajar en la misma empresa que su padre, la constructora Blázquez. A los 17, ya participaba en la construcción de una nueva planta en el actual edificio de la Diputación Provincial.
Su trayectoria profesional está ligada a edificios y monumentos emblemáticos de la provincia:
El menor de este trío de maestros, Eugenio Martínez Romera, nació en Golmayo el 28 de diciembre de 1936. A los 15 años ya trabajaba la piedra, sumándose a la tradición familiar. Al igual que su hermano Fortunato, su firma está presente en toda la provincia, habiendo participado en muchas obras conjuntas y liderando otras de gran relevancia.
Entre sus creaciones más significativas se pueden citar:
No se pueden olvidar otros nombres ilustres de la cantería de Golmayo, como Cayo Blázquez, Aquilino Nieto, Celestino Martínez, Víctor Blázquez, Pedro Hernández, Foro Valero o Pablo Valero Sotillo, padre de Alberto. Todos ellos forman parte de una estirpe que ha definido al pueblo. Una tradición que no ha muerto del todo: Roberto Martínez, hijo de Fortunato, es el único que a día de hoy sigue con el oficio de la cantería en Golmayo, asegurando aunque sea como forma de entretenimiento, que el sonido del cincel contra la piedra seguirá escuchándose en la localidad.