El perfil del visitante es heterogéneo y también su pocedencia. Llegan principalmente de Barcelona, Madrid o País Vasco, aunque también viajan desde Francia, Reino Unido o Alemania. Se quedan una noche o meses completos y preguntan principalmente por monumentos y patrimonio natural. También echan en falta cosas como mejores conexiones de transporte. Y la gratuidad predominante en los espacios turísicos supone un arma de doble filo.
El ecuador de agosto marca un punto clave para analizar la temporada turística estival, y uno de los termómetros más fiables se encuentra en la Oficina de Turismo de la capital. El goteo constante de visitantes que buscan un mapa, una recomendación o el horario de un monumento ofrece una radiografía precisa de la salud del sector. Este 2025, la imagen que devuelve es una de contrastes: una afluencia más contenida que el año anterior, pero con un visitante que se marcha con la misma, o incluso mayor, sensación de descubrimiento.
Desde este punto de información, clave en la experiencia de muchos viajeros, se gestionan las primeras impresiones y se resuelven las últimas dudas. Es aquí donde se confirma que Soria sigue siendo una gran desconocida para muchos, un factor que juega a su favor a la hora de generar un impacto positivo e inesperado. La conversación con el personal de la oficina revela las luces y sombras de un verano que, sin alcanzar las cifras de récord, consolida a la provincia como un destino de calidad.
La percepción es clara y unánime. Lejos del bullicio que caracterizó al verano pasado, la temporada actual ha mostrado una notable contención. "Comparando un agosto con otro, este lo veo muy tranquilo", ha afirmado Miriam Miranda, técnico de la Oficina de Turismo de Soria. Esta apreciación no es un hecho aislado en la capital. Se alinea con las declaraciones de alcaldes de diversas localidades de la provincia, quienes ya habían advertido de un mes de julio "súper parado".
El retrato robot del turista sigue siendo predominantemente nacional. Parejas y familias procedentes de grandes núcleos urbanos como Cataluña, Madrid o el País Vasco constituyen el grueso de los visitantes. A ellos se suman viajeros de otras comunidades como Andalucía, que buscan en la provincia un refugio contra el calor y un entorno natural y patrimonial de primer nivel.
En el ámbito internacional, aunque en menor medida, Soria también capta la atención. Francia y Reino Unido se mantienen como los principales mercados emisores, seguidos de cerca por turistas alemanes y, de forma más testimonial, de los Países Bajos. Un dato relevante es que el idioma no supone una barrera significativa. "Los extranjeros que vienen, normalmente, hablan castellano o, por lo menos, lo entienden perfectamente", añade Mirande.
La duración de la estancia es variable, lo que demuestra la versatilidad de Soria como destino. "Hemos tenido tanto de 7 días como de 15 o como de 2 días", ha señalado. Hay quienes eligen la provincia para estancias largas, de un mes o incluso dos, alojándose en campings o casas rurales. En el otro extremo, se encuentra el viajero de paso, aquel que "hace parada entre dos destinos y aprovechan para descubrirnos".
La motivación principal de quienes visitan Soria es clara: su riqueza monumental y paisajística. Los turistas llegan con un interés definido por "visitar los monumentos tanto de la ciudad como de la provincia". La capital actúa como puerta de entrada y centro de operaciones, pero el interés se expande rápidamente hacia los enclaves más icónicos del territorio.
En el podio de los lugares más solicitados se encuentran clásicos que nunca fallan. "Sobre todo el Burgo de Osma", han confirmado, destacando la villa burgense como la joya de la corona. Junto a ella, la Laguna Negra, Calatañazor y el Cañón del Río Lobos completan el póker de ases de la provincia. No obstante, la labor de la oficina va más allá, recomendando activamente "todos los pueblecitos y villas que tenemos", para diversificar la oferta y dar a conocer otros tesoros menos transitados.
En un contexto de inflación y precios elevados en los destinos turísticos, Soria se revela como una excepción. Los visitantes se asombran al descubrir que la mayoría de los monumentos son de acceso libre. Actualmente, en la capital solo el Museo Numantino y el Monasterio de San Juan de Duero tienen una entrada de pago, algo que choca a los visitantes acostumbrados a tarifas mucho más elevadas en otros lugares. Esta gratuidad, si bien es un lujo, también genera debate sobre si una pequeña tasa podría contribuir a un mejor mantenimiento, como ocurre en otras ciudades.
No todo son halagos. Existe una crítica recurrente que se ha convertido en el principal talón de Aquiles para el desarrollo turístico de la provincia: la movilidad. La falta de una red de transporte público eficiente es el problema más señalado por quienes intentan explorar el territorio sin vehículo propio. "Los visitantes reclaman más conexiones, escasean los autobuses", ha admitido Miriam Miranda.
El problema no es solo la escasez de líneas, sino también los horarios, que a menudo "obligan a hacer noche" y disuaden a muchos de realizar excursiones de un día. A esta situación se suma la actual suspensión del servicio de tren por las obras en la vía, lo que limita aún más las opciones de llegada y salida de la capital. Mejorar las conexiones y los horarios sigue siendo la gran asignatura pendiente para que Soria pueda desplegar todo su potencial turístico.