NOTICIAS DE COVALEDA
Actualizado 21/08/2025 09:19:29
Cosme Egea Lucas

El mostrador de una pescadería en el corazón de la comarca de Pinares se convierte en el termómetro de una realidad que afecta a toda la provincia. José Luis Martín, gerente de Pescadería Lindo en Covaleda, desgrana los desafíos de un sector que lucha por no desaparecer entre la despoblación, el cambio de hábitos y una competencia desigual con las grandes superficies.


El olor a salitre y mar fresco parece casi un anacronismo en medio del aroma a pino de Covaleda. Sin embargo, tras el mostrador de la Pescadería Lindo, este contraste ha sido el día a día durante décadas. Es un negocio familiar, uno de los últimos bastiones del comercio especializado que se resiste a bajar la persiana en la Soria rural. Al frente se encuentra hoy José Luis Martín, quien ha heredado no solo el oficio de sus padres, sino también la creciente incertidumbre que lo rodea.

Martín no es solo muestra el relato de un empresario, sino el diagnóstico preciso de un modelo económico y social en plena transformación. Sus palabras, serenas pero contundentes, han dibujado un panorama complejo donde la tradición choca con la modernidad y la viabilidad económica se mide en términos de pura subsistencia. La suya es la voz de muchos otros pequeños comerciantes que han visto cómo su papel ha mutado de motor económico a servicio esencial, pero frágil.

"Ya no son negocios, son servicios"

La frase más definitoria de la situación actual la pronuncia Martín sin titubear, resumiendo en pocas palabras la precariedad del sector. "Aquí sobrevivimos, o sea, ya no son negocios, son servicios que deberían de estar un poco ayudados", ha afirmado. Esta declaración encapsula la pérdida de rentabilidad que han sufrido estos establecimientos. Ya no se habla de crecimiento o de beneficios sustanciales, sino de mantenerse a flote para seguir atendiendo a una clientela fiel pero menguante.

El peligro, según ha explicado, es que esta situación conduce a un punto de no retorno. La falta de rentabilidad desincentiva cualquier relevo generacional o nueva apertura. "Si aquí se cierra un negocio, no se abre ya. Porque no da dinero", ha sentenciado. Cada cierre es una herida permanente en el tejido comercial y social de los pueblos, un servicio menos para sus habitantes y un paso más hacia el vaciamiento.

La despoblación y los nuevos hábitos, una tormenta perfecta

Dos son los grandes frentes que han puesto contra las cuerdas al comercio de proximidad. El primero, y más evidente en una provincia como Soria, es la despoblación y el envejecimiento. "El problema es que los pueblos se vacían", ha lamentado Martín. Su clientela principal, "la gente mayor", es la que mantiene viva la costumbre de la compra diaria, pero "se está haciendo muy mayor". Esta dependencia de un grupo demográfico en declive deja al negocio sin una base sólida de futuro.

El segundo frente es el cambio cultural en los hábitos de consumo, especialmente entre las nuevas generaciones. La competencia con las grandes superficies es, en sus propias palabras, inexistente. "No podemos competir. Porque primero las costumbres de la gente joven es ir al súper y llenar la cesta y olvidarte de ir de tiendas", ha detallado. La comodidad del "todo en uno" y la agresividad de las ofertas de los supermercados han creado una brecha que los pequeños comercios no pueden salvar.

Calidad contra precio: una batalla desigual

En el corazón de esta competencia desigual se encuentra el dilema entre la calidad del producto fresco y el precio. José Luis Martín ha defendido el valor de su mercancía, basada en la frescura diaria, un modelo que, paradójicamente, puede ofrecer un producto superior al de zonas costeras. "Tú en La Coruña puedes comer peor pescado que aquí, porque compra el pescadero para 15 días y aquí es cada día", ha revelado.

Este compromiso con la frescura, sin embargo, tiene un coste. Para evitar pérdidas, debe calcular con precisión la demanda diaria. "Vas pidiendo cada día", ha explicado, un sistema que garantiza la calidad pero que no puede competir con las agresivas campañas de precios de los supermercados. "Al final, anuncian en la radio las anchoas a 3 euros, y tú las tienes a 8. Pero no son igual de frescas", ha ejemplificado. Es la eterna lucha del valor contra el precio, una batalla donde el consumidor, a menudo, se inclina por lo segundo.

Desmontando el mito del anisakis

A los desafíos económicos y demográficos se sumó en su día un enemigo invisible que causó un daño considerable al sector: el anisakis. Martín ha señalado que la alarma social generada en su momento fue desproporcionada y ha contribuido a crear falsos mitos que todavía perduran. "El anisakis en su momento hizo mucho daño", ha recordado.

Frente a la creencia popular, ha querido aclarar dos puntos fundamentales. Primero, que no todo el pescado lo contiene: "No, no, no todo el pescado tiene anisakis". Segundo, que la congelación no es siempre la única solución, desmontando otro bulo extendido. "También es un bulo que hay que congelarlo todo, porque ahí tienes el cartel de los veterinarios que dice que si lo cocinas a más de 70 grados no hay anisakis", ha explicado, reivindicando la información rigurosa frente al miedo.

Medio siglo de una tradición familiar que se resiste a desaparecer

La Pescadería Lindo no es un negocio improvisado. Detrás de su mostrador hay más de 50 años de historia familiar dedicada al pescado. "Mis padres eran pescaderos y luego nosotros, los hermanos", ha contado Martín. Esta larga trayectoria les ha permitido ser testigos directos de la profunda transformación de la sociedad rural soriana.

El recuerdo de épocas pasadas evidencia el cambio. Antes, ha rememorado, "se tenían 4, 5, 6 hijos y claro, se comía más, había más cultura de tienda". La vida giraba en torno a la comunidad y sus comercios. Hoy, con familias más pequeñas y la irrupción de los productos procesados y congelados, ese modelo se ha desvanecido. La pescadería, que lleva unos 20 años en su ubicación actual en Covaleda, es un reflejo de esa resistencia, un legado que lucha por encontrar su lugar en el siglo XXI.

La historia de José Luis Martín y su pescadería en Covaleda es un microcosmos de la Soria rural. Es la crónica de una lucha silenciosa que se libra cada día en decenas de pueblos de la provincia. No es solo una cuestión de números o de viabilidad económica, sino de preservar un modelo de vida, un servicio a la comunidad y un tejido social que, una vez perdido, es imposible de recuperar. La supervivencia de estos negocios ya no depende solo del tesón de sus dueños, sino de la conciencia colectiva y de la decisión que cada consumidor toma al elegir dónde hacer su compra.

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