NOTICIAS DE TARDELCUENDE
Actualizado 24/08/2025 21:03:53
Pedro Calavia

Este domingo se cumple un cuarto de siglo de aquel desastre que arrasó 2.500 hectáreas de terreno forestal. Vecinos de Tardelcuente traen a la retina aquella aciaga jornada.

Índice

  1. Incendio

Caía la tarde en la capital soriana aquel 24 de agosto de 2000 y no pocas personas se sorprendían al ver caer del cielo miles de pavesas cuyo origen se desconocía en la ciudad. Pese a que entonces las comunicaciones no tenían nada que ver con las actuales, el rumor fue extendiéndose con cierta rapidez hasta ser confirmado: ardía la demarcación del Izana.

El fuego, cuyas causas todavía no han sido confirmadas fehacientemente, procedía de una finca de labor en Santa María del Prado que jalona la vía férrea. Se extendió rápidamente afectando a la masa de pinar que ardió como una tea durante largas y angustiosas horas. Sin diferencia, el término de Tardelcuende fue el más afectado, aunque también llegó a terrenos municipales de Matamala y Almazán, en su pedanía de Fuentelcarro. En números: 2.500 hectáreas arrasadas de terreno forestal, sobre todo pinar.

Soria Noticias ha hablado con algunos testigos que vivieron, de un modo o de otro, aquel episodio que marcó un compás diferente, sobre todo en Tardelcuende, donde la zozobra, el miedo y la impotencia, por aludir a algunos sentimientos, no se vieron disimulados.

Por aquel entonces Carlos Soria era el alcalde de la localidad. Ahora, con 86 años, recuerda "perfectamente y con gran tristeza" aquel desastre que movilizó a toda la población que a punto estuvo de ser evacuada. "Acudí con dos concejales a ver qué pasaba y vimos que el fuego cruzó la carretera que lleva de Matamala a Fuentepinilla y volvimos rápidamente a Tardelcuende porque iba hacia allí". A partir de entonces se pudo comprobar que la voracidad del incendio había saltado la vía del tren y el río. Los medios de extinción y "todo el pueblo con hachas y otros útiles como calderos" lograron detener las llamas "en la carretera que comunica Tardelcuende con Fuentelcarro".

Ya entonces se contempló la evacuación: "Se preparó un autocar, sobre todo pensando en la residencia de la tercera edad", añade, a la vez que rememora que el fuego amenazaba su explotación de vacuno de leche, si bien él estaba "dando vueltas de aquí para allá para estar con mis vecinos".

En cuanto a la gestión de apagado, el exregidor se muestra seguro de que fue la correcta: "llegó mucha maquinaria", lo que logró atajar que la catástrofe se viera multiplicada aún más. Ahora, un cuarto de siglo después, ve con satisfacción que las plantaciones de pinar están poblando aquel paisaje de blanco y negro.

Otra de las vecinas, Asunción de Pablo, trae a la retina, con brevedad y certeza, la imagen que, de algún modo, aflora en su retina. "Hubo ahí cinco autobuses aparcados por si había que dejar el pueblo", remarca para describir y resumir la angustia que sintió. De hecho, "el fuego llegó hasta el cementerio", lo cual todavía acentuó sentimientos de pérdida vital. "Todos decíamos: se nos quema el pueblo, se nos quema el pueblo".

Fue una noche larga de la cual esta tardelcondina jubilada prefiere dejar para sus adentros. "Tengo ya muchos años", concluye, educada y con buen humor.

María Fernández fue otra vecina que mantiene recuerdos de aquella aciaga noche, aunque lo hizo con distancia de por medio. "Estaba fuera y llamé por teléfono a casa y me dijeron que no había línea". Después recibió una llamada de un familiar que la puso al corriente: "lo van a dar por el Telediario y ya están preparados los autobuses para desalojar el pueblo, me dijeron". Confiesa que "me asusté mucho y me puse a llorar porque sentí muchísima tristeza" al estar lejana de la tragedia.

De vuelta a casa, lo primero que hizo fue recorrer el pinar devastado: "vi el desastre y comprendí, y ahora más, lo mal que lo pasaron. También tengo esa 'cosita' de no haber estado", lamenta.

"Cuando más control hay que tener"

Testigo también fue Alberto Corrales, que llegó al pueblo cuando el incendio estaba en plena ebullición. "Ahí vi que ese momento es cuando más control tienes que tener". Recuerda que gracias al cambio de la dirección del viento el fuego no se adentró en Tardelcuende. Suma la solidaridad vecinal como lo demostraron los bares, abiertos durante toda la madrugada como punto de encuentro y también de aliento. "Funcionó la colaboración porque estaba en juego la vida de todos", destaca a la vez que refiere evitar la cámara.

"El fuego lo veo cada día en la televisión y cuando lo has vivido no lo quieres", reflexiona, tras haber vivido una situación que hace cambiar, "pese a las diferencias", ya que todo el pueblo fue a una contra el fuego.

Incendio

El incendio de Tardelcuende se extendió rápidamente ya que el fuego pasaba de copa en copa en cada pino. Además, el aire cambiante hacía que los medios de extinción y los voluntarios tuviesen que emplearse a fondo. Las piñas de los árboles saltaban como teas extendiendo el abanico de los focos.

Providencial fue, entrada la madrugada, la llegada de varios bulldozer que establecieron cortafuegos para perimetrar el fuego. Lo demás, recuerdos, cuando España se recobra de dos semanas de fuertes incendios en el oeste peninsular.

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